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martes, 22 de julio de 2014

Remover of obstacles - Guy Sweens



Vea también: "El Mito de la Caverna".

El Mito de la Caverna


"Esta perra arisca que ladra contra su dueña... Ese gran hombre que brilla en un círculo de dementes... La cuadrilla de sabios que quiere elevarse por encima de Júpiter... Estos hombres contemplativos, sutiles, cuyo ingenio aguza la pobreza..." - Poeta antiguo desconocido, Libro X, La República.


Prólogo

Mediante el Mito de la Caverna Platón trató de simplificar la realidad con la intención de que pudiera ser comprendida por sus contemporáneos. Conforme a sus expectativas, no obtuvo grandes resultados. Atados por las piernas y el cuello, aquellos hombres permanecen todavía en las profundidades de la caverna, contemplando la lúgubre procesión de sombras que los titiriteros proyectan sin tregua en la abrupta pared que hay frente a sus ojos. Han pasado más de dos mil años, y continúan pensando que la feria de ilusiones a la que asisten desde su nacimiento constituye el mundo real. 
La caverna ha perdurado hasta nuestros días, pero no sin sufrir modificaciones. Desde los tiempos de Platón, en los que la caverna era prácticamente plana, ésta ha ido creciendo continuamente hacia abajo, de modo que ahora tiene cientos de kilómetros de profundidad. Solamente crece la porción inferior, donde se hallan los cautivos, de manera que quien se encuentra por encima está siempre a la misma distancia de la superficie. Además crece cada vez más rápido, por lo que dentro de poco nadie más volverá a ser capaz de ver la luz del Sol. Han aparecido incontables ramificaciones, innumerables trayectos, deviniendo laberíntica y caótica. Se ha hecho mucho más tortuosa y escarpada; hay tramos prácticamente verticales, zonas anegadas por el agua subterránea, porciones tan estrechas que solo un niño podría travesar... En ciertos lugares la oscuridad es tan absoluta que únicamente puede avanzarse a tientas. Y abajo del todo, en la parte más profunda, en una gran cámara escasamente iluminada por las llamas del fuego milenario, se agolpan miles de millones de personas de rodillas, sin poder girar la cabeza. Mujeres y hombres de todas las edades, niños y ancianos, murmuran y comentan entre sí acerca de las sombras que están viendo. Detrás, un gran muro y el chisporroteo de las llamas. Y ante el fuego, un grupo de hombres ataviados con túnicas y grandes capuchas color granate, mientras expelen de sus gargantas profundos cánticos difónicos, mecen en lo alto todo tipo de contornos y siluetas.





Libro I

"Del mismo modo que puede germinar y florecer un aromático loto en un estercolero, así, entre los ofuscados, deslumbra en sabiduría el discípulo que sigue al Perfecto Iluminado." - Sutra nº58-59, Dhammapada. 

Entre el tumulto de cautivos, excepcionalmente, algunos individuos consiguen liberarse de sus ataduras y logran mirar su entorno con más detenimiento. Observan su alrededor con curiosidad, y al avistar el muro que yacía a sus espaldas, se preguntan qué habrá detrás de él. De estos individuos, solo unos cuantos reúnen el suficiente valor para acercarse a él y sortearlo. A medida que se acercan dejan de oír los murmullos de los cautivos y empiezan a percibir las voces tántricas. El miedo se va acrecentando y llegan el sudor frío y las palpitaciones. No es fácil sortear el muro, pero hay numerosas grietas a ambos lados que permiten traspasarlo. Antes de aventurarse, asoman la cabeza y ven al grupo de ilusionistas, aunque no alcanzan a ver sus rostros. 

"¿Quién comprenderá esta tierra y el terreno de Yama y este mundo de los devas? ¿Quién  investigará el bendito Camino de la Virtud como el experto que selecciona las mejores flores?" - Sutra nº44, Dhammapada. 

Uno de estos individuos lleva grabada la cifra 2222 en la muñeca. Lleva varios meses de incertidumbre y desasosiego reflexionando sobre las sombras que ha estado viendo desde pequeño. 

"Saludable es la visión de los Nobles; su compañía siempre resulta dichosa. No viendo a necios, uno permanecería siempre feliz. Verdaderamente, quien permanece en compañía de necios se atribula durante mucho tiempo. La asociación con necios es incluso tan penosa como con un enemigo. Feliz es la compañía con un sabio, incluso tanto como el encuentro con un pariente." - Sutra nº206-207, Dhammapada.

Siempre había considerado que aquellas sombras eran la realidad, hasta que un buen día apreció en un rincón al que nadie suele mirar, de forma transitoria, una sombra en la que podía leerse con claridad la palabra "Despierta". 

"No vivas en la distracción y los falsos sueños del mundo, fuera de la ley." - Buddha, Dhammapada.  

Pocos parecieron percibir aquel mensaje, y la gran mayoría de ellos no le dio la más mínima importancia. 2222, en cambio, empezó a prestar más atención a aquella porción de áspera superficie tan poco frecuentada por la mirada de la multitud. 

"La atención es el camino hacia la inmortalidad; la inatención es el sendero hacia la muerte. Los que están atentos no mueren; los inatentos son como si ya hubieran muerto." - Sutra nº21, Dhammapada.

Al cabo de unos días apareció otra sombra peculiar en la pared. En ella ponía: "Las sombras no son reales". El mensaje duró nada más que un par de segundos y tuvo un impacto tremendo en su persona. Fue ahí cuando empezó a meditar acerca de la veracidad de las sombras, de su relación con la realidad.

"¿Cuál es la más real y verdadera plenitud, la que proviene de las cosas que tienen más realidad o la que proviene de las cosas que tienen menos?" - Libro IX, La República. 

Comentó con cautela lo que había visto a uno de sus compañeros, pero éste, sintiendo verdadera aversión, ni siquiera se dignó a contestarle. Llegando incluso a pensar que su insólita experiencia había sido tan solo una ilusión o un sueño, 2222 quiso averiguar más; puesto que tenía el cuello atado y bien sujeto, para poder llegar a contemplar mejor su entorno se vio obligado a moverlo en ángulos y planos totalmente novedosos y a adoptar posiciones distónicas que provocaron sensación de incomodidad y menosprecio en sus proximidades. 

"Con amabilidad supera la ira. Con generosidad supera la mezquindad. Con la verdad supera la decepción." - Sutra nº223, Dhammapada.

Fue así como logró tomar nuevas perspectivas del hábitat en el que vivía; acostumbrado como estaba a mirar siempre hacia delante, nunca se había fijado en la cuerda ligada al cuello, ni mucho menos cómo ésta limitaba sus movimientos de tal modo que no le permitía ver todo lo que ahora empezaba a desear. 

"Aquel que desea despertar realiza sus deseos gozosamente." - Buddha, Dhammapada. 

Con el paso de los días su curiosidad y su angustia fueron incrementándose hasta el punto de llevarlo a cometer lo que él creyó una locura; puesto que sus manos estaban libres no tenía ningún impedimento en desatarse. Podría por lo tanto tratar de quitarse el amarre aunque fuera por un breve espacio de tiempo. Cuando se atrevió a hacerlo y pudo ampliar su campo de visión, al girar la cabeza advirtió que, situada a sus espaldas, se encontraba una muchedumbre ingente de personas dispuestas de rodillas y atadas como él lo había estado un instante antes. 
 
"La existencia es tristeza. Compréndelo y ve más allá de la aflicción. Ese es el camino de la luminosidad." - Buddha, Dhammapada. 

Tras varios minutos inspeccionando aquí y allá, se dio cuenta de que al estar de rodillas no alcanzaba a ver hasta dónde llegaba el inmenso gentío ni qué había más allá de él. Necesitaba adquirir, pues, una visión más panorámica, así que trató de levantarse. No pudo porque unas cuerdas le sujetaban los tobillos y se lo impedían. Nunca antes se había percatado de ellas. Ya que había hecho el esfuerzo de quitarse las ligaduras del cuello, pensó, no le venía de más quitarse también las de las piernas. Con el miedo a lo desconocido en el cuerpo y un tanto desorientado, apoyó primero las palmas de las manos sobre el suelo; le siguió el pie derecho; se sirvió luego de la rodilla para incorporarse. De forma torpe, lenta y exasperante, fue erigiéndose poco a poco a medida que alzaba la extremidad izquierda. La debilidad de sus atrofiados soportes era evidente; una vez en bipedestación tardó varios segundos en estabilizarse. A esas alturas los murmullos y alaridos de su alrededor en contra de su persona se habían hecho notables. Ciertamente, no le importó demasiado, ahora que veía las cosas por primera vez desde más arriba. 
  
"La muerte sorprende al hombre que aturdido y distraído por el mundo, sólo se preocupa de su rebaño y sus hijos. La muerte lo atrapa como una riada que arrasa una aldea dormida." - Sutra nº287, Dhammapada.

De hecho, fue en parte debido a los gritos e improperios recibidos que cogió el impulso y ánimo suficientes para dar los primeros pasos, con la intención de contemplar con más detenimiento la caverna a lo largo de lo que debía ser una pequeña expedición.

"El necio duerme como si ya estuviera muerto, pero el maestro está despierto y vive para siempre. Él observa. Tiene claridad." -Buddha, Dhammapada. 

Ahora se encuentra asomando la cabeza por una de las brechas laterales que permiten sortear el muro, viendo por primera vez a aquellos hombres sin rostro, con las túnicas granate, largas hasta los pies, y escuchando sus voces profundas emerger del vacío negro y absoluto de las capuchas. Sin aliento, el corazón paralizado. Para añadir más terror y tensión a la escena, un destello momentáneo proveniente de las llamas del gran fuego ilumina a uno de los ilusionistas, alcanzándose a ver una porción triangular de la parte superior de su faz; una piel de aspecto cadavérico, color porcelana; en medio, un ojo grisáceo que le está mirando fijamente.

"Como un noble caballo rápido bajo el látigo, arde y sé veloz." Buddha, Dhammapada. 
 
"Haz lo que tengas que hacer resueltamente, con todo tu corazón. El viajero que duda, únicamente levanta polvo en el camino." - Buddha, Dhammapada. 

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Entra el pánico en escena y los huidos vuelven pegando brincos y exaltados junto al tumulto de cautivos a explicar lo que han visto. Creen que el resto reaccionará ante sus explicaciones, pero no es así. Son tomados por locos; solo reciben menosprecio y risas. Si no fuera porque éstos están atados, los matarían. Ante tal situación, un número reducido de fugitivos no sucumbirá a las mordaces críticas de sus compañeros de cautiverio y decidirá volver a intentarlo: traspasar el muro y salir corriendo. 

"- ¿Crees que envidiaría aún los honores, las alabanzas y las recompensas que allí se daban al que más pronto observaba las sombras a su paso, al que con más seguridad recordaba el orden en que marchaban yendo unas delante y detrás de otras o juntas, y que en este concepto era el más hábil para adivinar su aparición; o que tendría envidia a los que eran en esta prisión más poderosos y más honrados? ¿No preferiría como diría el Aquiles en Homero, pasar la vida al servicio de un pobre labrador y sufrirlo todo antes que recobrar su primer estado y sus  primeras ilusiones?
- No dudo que estaría dispuesto a sufrir cuando se quisiera antes que vivir de esa suerte." - Libro VII, La República. 

A pesar del miedo, y aunque saben que los titiriteros están observando con atención, no surgirá ningún tipo de impedimento a su huida. El viaje no acaba más que comenzar.

"Todo surge y desaparece. Pero quien despierta, lo hace para siempre." - Buddha, Dhammapada. 

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Lejos de la hoguera, de los cánticos que penetran el alma y del granate de las túnicas, aguarda el silencio. La gruta está vagamente iluminada por antorchas. Un estado de confusión y shock abruman a 2222, impidiéndole pensar con claridad. Todo se ha vuelto extraño,  misterioso... No queda otra que emprender la marcha, ignorando hacia dónde se dirige y qué es lo que vendrá. No podría ni imaginárselo.

"Dispersa, vagando sola, incorpórea, oculta en una cueva, es la mente. Aquellos que la someten se liberan de las cadenas de Mara." - Sutra nº 37, Dhammapada.

Piensa si debería sentir pena por sus ex-compañeros de cautiverio; e inmediatamente se percata de lo ridículo de su cuestión: ¿Por qué le debería entristecer la realidad? ¿A caso la realidad tiene algo de penoso? Entonces, ¿por qué debería parecerle penosa la vida de sus compañeros, si bien no puede llamarse vida?

"¿Qué risa, qué gozo puede haber cuando siempre se está ardiendo? Si estuvierais envueltos en la oscuridad, ¿no buscaríais la luz?" - Sutra nº146, Dhammapada.

Le espera una larga travesía repleta de peligros y horrores. Mientras duerma, en el lugar donde no existe el día, entre tinieblas, escalofriantes seres y espíritus de consistencia viscosa y asfixiante le abrazarán y susurrarán al oído. Mientras avance, artrópodos e insectos de enormes dimensiones le recorrerán por el torso, la espalda y la cabeza. 

"Si no puedes sosegarte, ¿qué podrás aprender jamás? ¿Cómo llegarás a ser libre?" - Buddha, Dhammapada. 

Deberá avanzar durante semanas en la más absoluta de las oscuridades y correr el riesgo de caerse, quedarse varado o ahogarse en los sifones.

"A través del esfuerzo, la diligencia, la disciplina y el autocontrol, que el hombre sabio haga de sí mismo una isla que ninguna inundación pueda anegar." - Sutra nº25, Dhammapada.

Con el paso del tiempo, a medida que suba y la superficie se halle más y más cerca, empezará a oír de vez en cuando una tenue voz, reverberante, que proviene de la lejanía: "¡Por aquí, es por aquí! ¿Me oís?, ¡Por aquí!"... Todos los fugitivos la oyen, pero, lógicamente desconfiados, se comportan como si no existiera.
Más adelante, durante el interminable ascenso, 2222 encontrará a uno de sus semejantes perdido entre las grutas y proseguirán juntos el áspero camino. Ante la locuacidad y la verborrea de su acompañante, 2222 no mediará palabra.

"Si permaneces en silencio, como un inservible gong, alcanzarás el Nibbana; hallarás la paz." - Sutra nº134, Dhammapada.

Ambos se encontrarán al cabo de poco tiempo con otro de ellos, un tipo especialmente afable y carismático, que parece tener una gran cantidad de conocimientos. Parece que entiende lo que está ocurriendo, quiénes son los hombres encapuchados y qué es lo que pretenden. Se llama David Jones y lleva años viviendo en la gruta, sobreviviendo sin apenas esfuerzo. Les desvela un gran secreto: ha descubierto la forma de alcanzar la libertad. Con gran oratoria y seguridad, les quiere mostrar la ruta que deben seguir. Dice que hay que despertar a los cautivos para que luchen por su liberación y se alcen así contra los hombres de las sombras que les oprimen; que deben trabajar todos juntos en la construcción de una nueva caverna, donde la libertad y los derechos de todos sus habitantes sean respetados. 

"Felicidad o tristeza; cualquiera que te acontezca, sigue tu camino intacto, desapegado." - Sutra nº83, Dhammapada.

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Todos los fugitivos harán caso a David Jones, convencidos de que es uno de los suyos, y seguirán por el trayecto marcado hasta alcanzar una gran cámara. Esta cámara está repleta de hombres atados y de rodillas, mirando cara a la pared, contemplando fascinados nuevas sombras que nunca antes habían visto. Estas sombras tienen colores y van acompañadas de sonidos... Los recién llegados se arrodillarán sin dudarlo junto al resto. 

"Mejor que mil disertaciones, mejor que un mero revoltijo de palabras sin significado, es una frase sensata, al escuchar la cual uno se calma." - Sutra nº100, Dhammapada.
  
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Solo 2222 dudará de Jones, y empezará a comprender cuál es el verdadero camino a seguir. Se pregunta: "Si nada de lo que conozco era real, ¿por qué debería serlo David Jones? Si un grupo de hombres encapuchados lleva engañándome desde que nací, ¿por qué ahora un individuo que apenas conozco ni sé de dónde ha salido debería decirme la verdad?"

"Atento entre los inatentos, plenamente despierto entre los dormidos, el sabio avanza como un corcel  de carreras se adelanta sobre un jamelgo decrépito." - Sutra nº29, Dhammapada.

Decide no seguir los consejos de Jones, se despide de su compañero de viaje, y reemprende el camino completamente solo.

"Él no se entretiene con aquellos que tienen un hogar ni tampoco con los descarriados. No queriendo nada, viaja en solitario." - Buddha, Dhammapada. 

De fondo vuelve a escuchar nuevamente  la voz; "¡Por aquí!", y ahora le presta mucha más atención. Intenta percibir de dónde procede, pero no es capaz de adivinarlo. Con los días nuevas voces se empezarán a sumar a la anterior. Cada vez son más y más siniestras, algunas de ellas parece que le hablen directamente al oído, y cada una le indica un camino distinto. 2222, desamparado, ya no sabe hacia donde ir. Debe interrumpir la marcha y reflexionar sobre lo ocurrido, sobre cómo ha llegado hasta ahí. Intuye que la salida está cerca, pero debe descubrir como alcanzarla.

"Si determinas tu rumbo por la fuerza o con prisa, te pierdes el camino de la ley." - Buddha, Dhammapada. 

"Tranquilamente considera qué está bien y qué está mal. Aceptando todas las opiniones por igual, sin apresuramiento, sabiamente, observa la ley." - Buddha, Dhammapada. 

"Porque, mi querido Glaucón, es un gran combate, y más grande de lo que se piensa, aquel en que se trata de ser virtuoso o malo. No la gloria, ni las riquezas, ni las dignidades, ni, en fin, la poesía merecen que desperdiciemos por ellas la justicia y las demás virtudes." - Libro X, La República. pagina 291.

"Zazen significa estar sentado, sin hacer nada." Buddha, Dhammapada. 

Meditando, empieza a entender los mecanismos de control de los ilusionistas, empieza a comprender cómo trabajan sobre su naturaleza para conducirle de un lugar a otro, cómo complican la ruta para que no sepa por donde tirar.

"Mi querido amigo, ¿qué es, hablando propiamente, el hombre tirano, sino aquél a quien la educación o la naturaleza o ambas han hecho borracho, enamorado y loco? [...] La condición del hombre tiranizado por sus pasiones es la misma que la de un Estado oprimido por un tirano." - La República, Libro IX. 

"Al que vive apegado al placer, con los sentidos irrefrenados, sin moderación en la comida, indolente, inactivo, a ese Mara lo derriba, como el viento derriba a un árbol débil." - Buddha, Dhammapada. 

"¿Por qué razón se ha condenado en todos tiempos una vida licenciosa, sino porque el libertinaje afloja la rienda a este monstruo enorme, cruel, de muchas cabezas? [...] ¿Por qué ofenden y se critican la insolencia y el humor irritable, sino porque desenvuelven en el hombre el modo del león y de la serpiente?" - Libro IX, La República.

"Oh esclavo del deseo, flota con la corriente. Pequeña araña, pégate a tu tela. O si no, abandona tus pesares en el camino." - Sutra nº347, Dhammapada.

"Sea así, y ahora me parece que nos falta examinar lo que es la injusticia. [...] ¿Puede ser otra cosa que una sedición de las tres partes del alma, que se extralimitan entrando en lo que no es de su incumbencia, usurpando atribuciones ajenas; una sublevación de la parte contra el todo, para arrogarse una autoridad que no le pertenece, porque, por su naturaleza, está hecha para obedecer a lo que está hecho para mandar? De aquí, diremos nosotros, de este orden, de esta turbación, es donde nacen la intemperancia y la injusticia, la ignorancia y la cobardía, en una palabra, los vicios." - Libro IV, La República. 

Se percata de que, y ahora comienza a verlo con claridad, a pesar de todos los caminos erigidos, la ruta principal siempre se ha mantenido intacta. Es recto y hacia arriba que debe dirigirse. Es si va recto y hacia arriba que encontrará la salida.

"Todo lo significativo está contenido en una sola palabra: Sammasati." - Buddha, Dhammapada. 

"¿No pertenece a la razón mandar, puesto que en ella es donde reside la prudencia, y que a ella toca también la inspección sobre toda el alma? ¿Y no toca a la cólera obedecerla y secundarla? [...] ¿Y cómo se podrá mantener un perfecto acuerdo entre estas dos partes sino mediante esa mezcla de la música y de la gimnasia de que hablamos arriba, y cuyo efecto será, de una parte, nutrir y fortificar la razón con buenos preceptos y con el estudio de las ciencias, y de otra, dulcificar y apaciguar el valor por el encanto de la medida y de la armonía? [...] Estas dos partes del alma, así educadas e instruidas en su deber, gobernarán el apetito sensitivo, que ocupa la mayor parte de nuestra alma y que es insaciable por su naturaleza. En caso de un ataque exterior, tomarán las mejores medidas para la seguridad del alma y del cuerpo. La razón deliberará; la cólera combatirá, y secundada por el valor, ejecutará las órdenes de la razón." - Libro IV, La República. 

"Así como el arquero talla y pone sus flechas rectas, el maestro dirige sus pensamientos descarriados." - Buddha, Dhammapada. 

"Gozad de la atención pura, vigilad vuestras mentes, salid del fango de las pasiones como lo conseguiría un elefante hundido en el fango." - Sutra nº327, Dhammapada.

Emprende de nuevo la marcha y siente como su naturaleza más primitiva va desprendiéndose de él. Está dejando de sentir temor, odio, repugnancia, alegría, tristeza, enamoramiento.

"Recíprocamente, decir que es útil el ser justo equivale a sostener que el hombre debe, con sus discursos y sus acciones, trabajar para dar una autoridad superior sobre sí mismo al hombre inferior, y conducirse con este monstruo de muchas cabezas como un entendido labrador, auxiliándose de la fuerza del león, para impedir el crecimiento de los animales feroces, y alimentar y fomentar los animales pacíficos, distribuyendo sus cuidados entre todos, para que se mantenga una perfecta inteligencia entre unos y otros y entre todos y él mismo." - Libro IX, La República.

"Gobiérnate a ti mismo según la ley. Esta es la simple enseñanza de los que están despiertos." - Buddha, Dhammapada. 

"¿Sobre qué fundamento descansa la distinción establecida entre lo honesto y lo inhonesto? ¿No consiste en que lo uno somete la parte animal de nuestra naturaleza a la parte humana, o más bien, divina, y que otro somete a la parte brutal y feroz la que es mansa y suave?" - Libro IX, La República. 

"Mejor conquistarse a uno mismo que conquistar a los demás. Ni un dios ni un semidiós, ni Mara ni Brahma, pueden deshacer la victoria de aquel que se ha amaestrado a sí mismo y se conduce siempre  con moderación." - Sutra nº104-105, Dhammapada.

Poco a poco la voz del hombre que grita "¡Por aquí, vamos, por aquí!", se torna más y más fuerte. Está  próxima. Escala un último tramo de rocas y resbaladizos peñascos. En lo mas alto se vislumbran unos extraños haces de iluminación. Ante tal acontecimiento, ya no se exalta, aunque no puede contener la emoción. Prosigue su escalada. Piensa en todo el tiempo que ha pasado desde que se deshizo de sus ataduras, cinco años atrás. Aunque quisiera, ya no podría volver, la distancia se ha hecho demasiado grande.

"Y esta otra parte que nos recuerda sin cesar nuestras desgracias, que nos hace exhalar lamentos, y que nunca se sacia, ¿temeremos decir que es una cierta cosa irracional, cobarde y tímida? [...] Porque nada se presta mejor a una imitación variada que el dolor y la desesperación; mientras que un carácter sabio, tranquilo, siempre semejante a sí mismo, hay dificultad en imitarle, y la pintura que de él se hiciese sería poco a propósito para conmover esa multitud confusa que se reúne de ordinario en los teatros; porque sería presentarle la imagen de una condición que les es completamente extraña." - Libro X, La República.  

Llega a un tramo llano, y se ve obligado a bajar con fuerza los párpados. Al fondo, una blanco intenso y brillante  lo deslumbra. Entreabriendo los ojos, entre las rendijas de los dedos, reconoce vagamente  la negra silueta de un hombre. Es el hombre de la voz: "¡Ánimo chico, que ya llegas!".

"Pero cuando un hombre observa una conducta sobria y arreglada; cuando antes de entregarse al sueño reanima la antorcha de su razón, alimentándola con reflexiones saludables, conversando consigo mismo; cuando, sin saciar a la parte animal, le concede lo que no puede rehusarse, para que se tranquilice y no turbe con su alegría o su tristeza la parte inteligente del alma, sino, antes bien, la deje sola, desprendida de los sentidos, para continuar en sus curiosas observaciones sobre lo que ignore de lo pasado, de lo presente y de lo venidero; cuando este hombre, apaciguada así la parte en que reside la cólera, se acuesta tranquilo y sin resentimiento contra nadie; en fin, cuando todo duerme en él menos su razón, que se mantiene despierta, entonces el espíritu ve más la verdad, se intima con ella, y no se siente turbado por fantasmas impuros y sueños criminales. [...] Lo único que importa saber es que hay en cada uno de nosotros incluyendo a los que parecen más dueños de sus pasiones, una especie de deseos crueles, brutales, sin freno, como lo prueban los sueños." - Libro IX, La República. 


Libro II
  
"Si uno percibe el mundo como una burbuja de espuma y como un espejismo, a ese no lo ve el Dios de la Muerte. [...] Este mundo está ciego. Solamente unos pocos aquí pueden ver con claridad. Tan solo unos pocos van a un reino divino, como pájaros liberados de las redes."  - Sutra nº170-174, Dhammapada. 

2222 tarda varios días en adaptar la vista a las nuevas condiciones. Es la primera vez que entra por sus ojos luz solar. Ha empezado a ver árboles, hierba, pájaros, liebres... Se da cuenta de que no sólo las sombras que había estado viendo eran irreales, sino que también lo eran los objetos de donde provenían. 

"Observa lo que es. Observa lo que no es. Sigues el camino verdadero." - Buddha, Dhammapada. 

Siente la brisa y el aire puro circular por sus pulmones. Conocía todas esas cosas y había creído durante largo tiempo saber cómo eran cuando habitaba en las profundidades atado de piernas y cuello. Pero ahora que ya no ve sombras de seres y objetos, ni seres y objetos falsos, sino que ve a los seres y los objetos, se percata de que había estado viviendo en un completo delirio, y de que el mundo de fantasía en el que había estado inmerso no tenía nada que ver con la realidad. Ya no se encuentra en la esfera de lo visible... 

"- ¿Cuáles son las cualidades que se requieren para juzgar bien? ¿No son la experiencia, la reflexión y el razonamiento? [...] ¿Y cuál de nuestros tres hombres [filosófico, interesado y ambicioso] tiene más experiencia de las tres clases de placeres de que acabamos de hablar [conocimiento, lucro, ambición] ¿Crees que el hombre interesado, si se dedicase al conocimiento de la verdad, sería más capaz de juzgar de la naturaleza del placer que acompaña a la ciencia, que lo es el filósofo de juzgar el placer que causa el lucro?
- De ninguna manera, porque el filósofo se ha encontrado desde la infancia en la necesidad de gustar otros placeres que los de la inteligencia; mientras que ninguna necesidad ha tenido el hombre interesado en experimentar, al estudiar la verdad, la dulzura del placer de conocer. [...]
- Luego el filósofo tiene mayor experiencia que el hombre interesado respecto de ambos placeres. [...] ¿No conoce también el filósofo por experiencia el placer que va unido a los honores mejor que conoce el ambicioso el placer que produce la sabiduría?
- Sin duda, puesto que cada uno de estos tres hombres está seguro de la honra que le resultará si llega a conseguir el objeto que se propone. [...]
- Por consiguiente, [el filósofo] es el único que a las luces de la experiencia une las de la reflexión. [...]
- En cuanto al instrumento, que es la tercera condición para juzgar bien, no pertenece en propiedad ni al interesado, ni al ambicioso, y sí sólo al filósofo. [...] Pero el razonamiento, hablando con propiedad, es el instrumento del filósofo. [...] Luego de los tres placeres de que se trata, el más dulce es el que depende de esta parte del alma por la que adquirimos conocimientos, y el hombre que da a esta parte el mando sobre sí mismo, pasa la vida más dichosa.
- Estoy conforme, y cuando el sabio alaba la felicidad de su estado tiene razón para hacerlo. [...] Todo otro placer que no sea el del sabio no es un placer real, un placer puro, sino que, por el contrario, no es más que una sombra, un fantasma de placer." - Libro IX, La República.

Ahora se halla en mitad de una clariana, donde se asienta el hombre de la voz junto a otros hombres y mujeres. El hombre de la voz se llama Louis-Marie. Según le ha comentado otro hombre, desaparece durante largos períodos de tiempo. Según cree él, es porque va a visitar las profundidades de otra caverna, ahora vieja y olvidada. Conversan todos juntos acerca del mundo y comparten sus pensamientos. Son hombres como él, hombres que consiguieron escapar del antro tiempo atrás. Los más mayores explican que siglos antes, cuando era más fácil liberarse, su grupo era algo más numeroso. Dos décadas antes la población había llegado a un mínimo crítico, pero que actualmente, desde hacía pocos años, había una extraña tendencia al alza; nunca habían arribado fugitivos con tanta frecuencia como ahora. La mayoría de ellos, no obstante, solían retornar espantados hacia las escarpadas paredes de la gruta a causa del miedo y la confusión que les infunde la superficie...

"Quienquiera que, liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero más adelante es tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, ¡contempladlo!, era libre y ha vuelto a la esclavitud." - Sutra nº344, Dhammapada.

No es la situación, sin duda, de 2222, que tiene una vista clara y ya prácticamente ha abandonado el temor. 

"Aún estando en un bosque vacío, él encuentra disfrute porque no desea nada." - Buddha, Dhammapada. 

Un hombre de edad avanzada destaca entre los demás; se ha mantenido callado todo el tiempo, pero al fin decide intervenir en la conversación. Justo cuando comienza a hablar se oyen suspiros de hastío; el resto de miembros, con gestos de desaprobación, se alzan y marchan. El hombre no se inmuta y, tras un breve silencio, prosigue con su prosa: explica al recién llegado por qué consiguió liberarse de sus ataduras; fueron los hombres encapuchados quienes le indujeron, mediante cierto tipo de sombras como las que él vio. Explica que la caverna está en constante evolución y que ahora pretenden remodelarla por completo. Tienen la intención de aplicar un cambio radical, a partir del cual será imposible para cualquier cautivo escapar. Que en este preciso espacio de tiempo sea más fácil para los cautivos huir a la superficie es tan solo una consecuencia de la verdadera meta de los magistrados: lo que ellos llaman "La Nueva República". Para lograr conformar la República necesitan de la fuerza de los propios esclavos, por lo que introducen pistas entre las sombras para que los más perspicaces de ellos sean capaces de despertar. El objetivo es que sean captados por agentes suyos disfrazados de fugitivos, como David Jones, quienes se encargan de redirigir sus energías a la creación del gran proyecto. El suyo en particular, le dice a 2222, es un caso aislado de alguien que ha evadido la manipulación de los ilusionistas. Es un mal menor que ya tenían previsto. 

"El que ha desarrollado el anhelo por lo Incondicionado tiene la mente motivada y no condicionada por los placeres materiales, es denominado uno que No-retorna." - Sutra nº218, Dhammapada.

Se encuentran en un período de transición único y decisivo en la historia de la caverna, y esa es la razón por la que se ha podido liberar. No ha sido puramente su esfuerzo, ha sido también la suerte de haber nacido en el momento adecuado. Probablemente ha sido uno de los últimos en escapar del antro y prácticamente nadie más lo conseguirá. Inmediatamente a 2222 le asalta la pregunta; "La Nueva República; ¿Con qué objetivo? ¿Qué es lo que quieren? ¿Se trata de poder?" Así se la formula al anciano, quien responde: "Lo sabrás si prosigues el camino".

"Esforzaos y sed rigurosos, como lo es el corcel cuando siente el látigo. Por la confianza, la virtud, el esfuerzo, la concentración, la investigación de la Verdad, el recto conocimiento y conducta, la atención mental, superaréis el gran sufrimiento." - Sutra nº144, Dhammapada. 

Ante la evidente perplejidad de 2222, el hombre mayor explica algo impactante; que llegar a la superficie únicamente supone la mitad del viaje, que todavía le falta lo peor: escalar la montaña. A medida que ascienda por ella, irá descubriendo la verdad. La montaña tiene 1.000 kilómetros de altura. 2222 hace un esfuerzo y alza la vista. Su vista inadaptada no le había permitido mirar aún hacia el cielo. Una montaña enorme se extiende hasta el infinito, no se puede percibir su fin. Según dicen, desde su cima se puede tocar el Sol, el que rige todas las cosas. 

"Ten por cierto que lo que derrama sobre los objetos de las ciencias la luz de la verdad, lo que da al alma la facultad de conocer, es la idea del bien, que es el principio de la ciencia y de la verdad, en cuanto caen bajo el dominio del conocimiento." - Libro VI, La República.

"Pero aquellos que ven lo esencial en lo esencial y lo inesencial en lo inesencial, debido a su correcta visión, perciben la esencia." - Sutra nº12, Dhammapada. 

Nadie más aparte de los que la han alcanzado sabe qué hay en ella. A la pregunta de por qué ni él ni ninguno de los que acaban de irse ha intentado subirla, el anciano responde sobre los demás que llegaron a la superficie con la vista dañada por tantos años de oscuridad, y que ahora no son capaces de ver la montaña y mucho menos el Sol; que es por eso que han marchado tan disgustados y prefieren no escucharle, pues piensan que está demenciado y que la montaña de la que habla no es real; que perciben el Sol pero solo de forma indirecta y muy distorsionada; y, finalmente, que ahí donde se encuentran ahora no existe ni el dolor, ni el hambre, ni la enfermedad ni el desamor, por lo que jamás estarían dispuestos a abandonar la región media.

"El que pasa de una región inferior a una región media, ¿no se imagina subir a lo más alto? Y cuando ha llegado a la región media, y echa una mirada al punto de donde ha partido, ¿qué otra idea puede ocurrírsele sino que está en lo alto, porque no conoce aún la región verdaderamente alta? [...] ¿A qué puede atribuirse su error sino a la ignorancia en que está respecto a la región verdaderamente alta, verdaderamente media, verdaderamente baja? [...] ¿Y es extraño que hombres que no conocen la verdad se formen ideas falsas de mil cosas, entre otras, del placer, del dolor y de lo que es intermedio entre uno y lo otro, de suerte que cuando pasan al dolor, creen sufrir y sufren en efecto, y cuando del dolor pasan al estado intermedio, se persuaden de que han llegado al pleno goce del placer? ¿Es extraño que gentes que jamás han percibido el verdadero placer y que no consideran el placer sino por oposición con la cesación del dolor, se engañen en sus juicios, poco más o menos como si no conociendo el color blanco tomasen el color gris por blanco, comparándole con el negro? [...] Por consiguiente, los que no conocen ni la sabiduría ni la virtud, y están siempre entregados a los festines y demás placeres sensuales, pasan sin cesar de la región baja a la región media, y de la media a la baja; viven errantes entre estos dos términos, sin poder nunca traspasarlos. Jamás se han elevado a la alta región ni han levantado hasta allí sus miradas; jamás han estado en posesión del ser; jamás han experimentado un gozo puro y verdadero." - Libro IX, La República.

Respecto a él mismo, dilucida que es demasiado mayor, que no le restan fuerzas para embarcarse de nuevo en tal expedición; que moriría antes de conseguirlo, convirtiendo su vida en un sufrimiento inútilmente; y que cuando tenía menos edad e intentó ascender, escaló lo suficiente para descubrir lo que le acaba de contar, pero que debió retornar porque para entonces ya se encontraba decrépito y exhausto. 2222, en cambio, es joven, preserva la visión y desea ante todo la sabiduría. Siente una gran emoción al ver lo que tiene por delante y entiende precisamente que cuando comience a caminar será para hacer desaparecer dicha sensación. 

"Por consiguiente, todo hombre sensato dirigirá todas sus acciones a este mismo fin. En primer lugar, cultivará y estimará por encima de todo las ciencias propias para perfeccionar su alma, despreciando todas aquellas que no producen el mismo efecto. [...] En segundo lugar, en su régimen corporal no buscará el goce de los placeres brutales e irracionales; buscará la salud, la fuerza, la belleza, en cuanto todas estas ventajas sean para él medios de ser más modernos; y, en una palabra, no mantendrá una perfecta armonía entre las partes de su cuerpo, sino en cuanto pueda servir para mantener el acuerdo que debe reinar en su alma. [...] Pero teniendo siempre fijos sus ojos en el gobierno de su alma, atento a impedir que la opulencia de una parte y la indigencia de otra desarreglen los resortes, hará estudio en conservar siempre el mismo plan de conducta en las adquisiciones y gastos que pueda hacer. Rigiéndose por estos mismos principios en razón de honores, ambicionará y, si se quiere, tendrá hasta un placer en obtener los que puedan hacerle mejor; y huirá lo mismo en la vida privada que en la pública de los que puedan turbar el orden que reina en su alma." - Libro IX, La República.

Toma unos días de reposo durante los cuales reflexiona y se prepara para lo que le espera. 

"Aquel que se sienta solo, descansa solo, pasea solo, se autocontrola en soledad, hallará dicha en el bosque." - Sutra nº350, Dhammapada.

"Larga es la noche para aquel que está despierto. Largo es el camino para el viajero cansado. Larga es la existencia repetida para los necios que no conocen la Enseñanza Sublime." - Sutra nº60, Dhammapada.

Al igual que había intuido la proximidad de la salida de la caverna, ahora intuía que clase de cosas podría encontrar ahí arriba. 

"Es dulce vivir arduamente y ser dueño de ti mismo." - Buddha, Dhammapada.

¿Qué puede esperarse uno cuando llega a lo más alto? Quizá halle la paz absoluta, piensa. Quizá consiga romper el ciclo eterno de la vida y la muerte, de lo que nace y perece, abandonar el Samsara y alcanzar la luz que rige el mundo de las ideas, el Nirvana. Quizá halle una teoría, una teoría capaz de explicar cualquier acontecimiento, acto, pensamiento, comportamiento... Capaz de explicar toda la existencia, el mismo sentido de la vida... Una teoría que ya había ido esbozando en su mente y que intuye que quedará bien desarrollada en la cima: La Teoría Absoluta. 

"Cuando el alma entera marcha guiada por la razón sin que se suscite en ella rebelión alguna, sino que, antes bien, cada una de sus partes se mantenga en sus justos límites de su acción, aún le queda el goce de los placeres más puros y más verdaderos que puede gozar." - Libro IX, La República.

"En cuanto al filósofo, diremos resueltamente que de nada hace aprecio en comparación del placer que le proporciona el conocimiento de la verdad, y que por su aplicación continua a este estudio tiende a proporcionarse más y más este goce; y con respecto a los demás placeres, si los llama necesidades, es porque no se los procuraría, si la naturaleza no lo exigiese." - Libro IX, La República. 
 
Cuando declara sus intenciones al anciano, éste le advierte de los grandes peligros que le aguardan, que pueden hacer empequeñecer a los padecidos en la caverna. El mínimo error, y caerá al vacío... 

"El monje que se deleita en la atención y observa con temor la inatención, no es tendente a la caída. Está en presencia del Nibbana." - Sutra nº32, Dhammapada.

El ascenso puede durar diez años, o toda la vida. Nadie le garantiza que no muera antes de alcanzar la cima.

"Eres como la hoja amarilla. Los mensajeros de la muerte están cerca. Vas a realizar un largo viaje. ¿Qué llevarás contigo?" - Sutra nº235, Dhammapada.
 
"- Sin embargo, aún no hemos hablado de las mayores recompensas ofrecidas a la virtud. [...] ¿Puede llamarse grande lo que pasa en un pequeño espacio de tiempo? En efecto, el intervalo que separa nuestra infancia de la vejez es bien poco en comparación de la eternidad. [...] ¡Y qué! ¿Piensas que un ser inmortal debe limitar sus cuidados y sus miradas a un tiempo tan corto en vez de extenderlas a la eternidad?
- No lo creo, pero ¿a qué viene esta observación?
- ¿No sabes que nuestra alma es inmortal y que no perece jamás?..." - Libro X, La República.

Pero en todo caso -reflexiona 2222- no tiene nada que perder. 

"Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacerá arrojado sobre la tierra, siendo de tan poco valor como un leño." - Sutra nº41, Dhammapada.

Esta vez no encontrará a nadie por el camino ni tendrá un guía que le conduzca, subirá totalmente solo. Esta vez no habrá compañeros de viaje ni desconocidos que le ayuden. 
   
"Gloria para aquel que se esfuerza, permanece vigilante, es puro en conducta, considerado, autocontrolado, recto en su forma de vida y capaz de permanecer en creciente atención."  - Sutra nº24, Dhammapada.

Tendrá que hacer frente a la más absoluta de las soledades, al riesgo de ser inducido a la locura, al frío extremo, a la falta de oxigeno, a la niebla intensa, a las grandes ventiscas, al granizo, a aludes y desprendimientos, a seres y presencias que intentarán engañarle y hacerle caer, y a todo tipo de trampas y obstáculos que se irán interponiendo. Antes de partir, recibe dos consejos:

"Tomar consejo de la razón sobre lo que acaba de suceder, reparar los efectos de la mala suerte, como se repara una mala jugada de dados; es decir, por los medios que la razón haya demostrado que son los mejores, y no obrar como los niños, que cuando sufren una caída llevan la mano a la parte de la herida y pierden el tiempo en llorar; antes bien, acostumbrar su alma a aplicar prontamente el remedio a la herida, levantar lo que ha caído, y no malgastar el tiempo en llorar inútilmente." - Libro X, La República.

"Si uno se aprecia a sí mismo, deberá protegerse bien. El hombre sabio permanece atento en cada una de las tres vigilias." - Sutra nº157, Dhammapada.

A modo de despedida, el hombre mayor le cuenta una última historia, el relato de un hombre que logró alcanzar la cumbre. Se dice que una vez arriba lo que vio fue tan terrorífico, sintió un miedo tan terrible, que no pudo soportarlo y se lanzó al vacío. Nadie sabe qué es lo que vio, pero aunque hubiera sobrevivido para contarlo, no podría haberlo explicado porque presumiblemente nadie le entendería. Cuando finaliza la historia, 2222 piensa en que aquél hombre no pudo haber alcanzado la cima, pues en la cima el miedo ha de haber quedado extinto. 

"Para aquellos cuyo viaje está concluido, libres de dolor, plenamente liberados de todo y que han puesto fin a todas las ataduras, se extinguió el fuego. Para ellos no hay acumulación, y su alimento no es otro que la Liberación, que es Vacío e Indefinible: tal es su objeto. Su curso es como el de los pájaros en el aire: no deja huella." - Sutra nº 90-92, Dhammapada.

Claramente debía tratarse de un mito creado por un hombre de superficie que justificaba así sus innobles temores a subir la montaña, un hombre incapaz de renunciar al deseo y de llevar a cabo los grandes esfuerzos a los que debe someterse la razón.  

"Pocos entre los seres humanos son los que cruzan a la otra orilla. La mayoría solamente suben y bajan por la misma orilla. Pero aquellos que obran rectamente de acuerdo con la Enseñanza, que está bien establecida, cruzan más allá de las pasiones y alcanzan el Nibbana." - Sutra nº85-86, Dhammapada.

"Justo acabo de salir de la caverna" - se dice a sí mismo -, "ahora toca lo más difícil: escalar la montaña hasta alcanzar el Sol. Siddharta y Aristocles están esperando arriba. Llevan ahí 2.500 años. Ya es hora de poner rumbo a la cima, de hender la cuarta dimensión: ¡En marcha!".

"Raro es el nacimiento como un ser humano. Difícil es la vida de los mortales. Extraño es escuchar la Sublime Enseñanza. Rara es la aparición de los Budas." - Sutra nº182, Dhammapada.




Vea cómo continúa en: "El Mito de la Caverna. Segunda Parte."

domingo, 20 de julio de 2014

El sesgo de realidad

Empieza a evidenciarse a medida que avanzamos por la historia del pensamiento un extraño patrón: todos los filósofos destacados, desde Aristocles, Aristóteles, Tomás de Aquino, Thomas Hobbes, René DescartesGottfried. W. Leibniz, John Locke, David Hume, Immanuel Kant, Auguste Comte, Stuart Mill, Rousseau, Voltaire, Karl Marx, Bertrand Russell... tienen una cosa en común: todos han sido partícipes de la destrucción de la Iglesia Católica; todos han formado parte de alguna facción antagónica a ésta. Puede no parecerlo a simple vista, pero pertenecen en realidad a una misma linea de pensamiento. Todos benefician a la facción ganadora que hoy controla el mundo y la mayoría de ellos están directamente vinculados a ella, si no es que forman parte. De los filósofos más conocidos, los que defendían la existencia de Dios, lo hacían por pura necesidad; pero siempre de una forma perjudicial para la Iglesia. Con el paso de los siglos, entre todos fueron ganando terreno muy gradualmente al poder preestablecido. La llegada de Nietzsche, con su anuncio de la muerte de Dios, marca la victoria definitiva.
Debemos hacernos, entonces, las siguientes preguntas: ¿Por qué Martín Lutero, el protestante? ¿Por qué Stuart Mill, un trabajador de la Compañía Británica de las Indias Orientales? ¿Por qué Voltaire, el ilustrado? ¿Realmente es por la repercusión que tuvieron sobre el mundo? ¿No será precisamente lo contrario? ¿Por qué tan solo nueve autores representativos de los quince siglos de tradición católica? Y de ellos, ¿Por qué Tomás de Aquino, si no empezó a ser reconocido hasta el siglo XIX? ¿Por qué Ockham y Giordano Bruno, los herejes? ¿Por qué Erasmo de Rotterdam, el humanista? ¿No han habido más autores durante los más de mil años de Imperio Católico? Alguien podría argumentar que esto es debido a que la doctrina católica pura no es filosofía propiamente dicha, por lo que no se incluye en el estudio de ésta. Aun tomando por cierta esta aseveración, hay que hacer una distinción entre filosofía e historia del pensamiento; la religión constituye la mayor parte de ésta última, por lo que objetivamente no hay razón para que no se den a conocer sus máximos representantes.
La respuesta debemos hallarla en otra pregunta: ¿Qué es lo que hace que un personaje sea conocido y no otro? Y aquí las cosas empiezan a verse claras: evidentemente, esto ha de ser obra de la propaganda. Si en verdad es así, significa que todo lo que conocemos ha sido cuidadosamente seleccionado. Todo lo que se nos muestra se encuentra siempre formando parte de la doctrina ganadora, que es la que gobierna el mundo actualmente. Quiere decir que piense lo que piense una persona, escriba lo que escriba, conciba las ideas que conciba, siempre partirá de una base favorable a la clase dominante. Diga lo que diga uno, admire a quien admire, nunca podrá perjudicar a los magistrados, pues todo lo que conocemos, pertenezca a un tiempo anterior o posterior en la historia, es en su beneficio.
Se ha impuesto un grave sesgo de realidad. No solo se trata de un filtrado extremo de la información, pues hay además una clara distorsión de los hechos históricos. Si observamos con más atención, vemos como los filósofos más conocidos y más divulgados son precisamente los que más influencia ejercen sobre el mundo actual, es decir, los que más sustento dan al mundialismo: Karl Marx, Nietzsche, Platón, Rousseau, Voltaire... En primer lugar se ha eliminado todo lo que no se consideraba conveniente (el material de al menos XV siglos de historia. Lo mismo ocurrió durante esos siglos respecto a los filósofos antiguos, de los cuales se recuperó cuanto se pudo en el Renacimiento); en segundo lugar todo lo que no se ha podido eliminar ha sido al menos ocultado, minimizado o tergiversado. Pasa lo contrario con todo lo favorable a la globalización; se han amplificado los hechos, se han exagerado, se han adornado, se han mitificado, se han impuesto, sin saber bien por qué, como los acontecimientos cruciales de la humanidad.
Algo similar es fácil de percibir respecto a los libros. Cuando uno investiga acerca del mundialismo empieza a adquirir una curiosa tendencia por leer libros verdaderamente difíciles de conseguir. La mayoría de ellos, si hay suerte, solamente pueden encontrarse en versión original, por Internet y de segunda mano. Muchas de estas obras, como en el caso de "La Perspectiva Científica", están censuradas. ¡Y cuántos trabajos debe haber que ni siquiera conocemos, escondidos en algún cajón, sin publicarse!
Más evidente todavía es lo siguiente: el imperio más grande de la humanidad, según la historia oficial (la versión dominante proveniente de los medios de propaganda occidentales es que EE.UU no es un imperio; es una potencia mundial democrática), desapareció hace tan solo 67 años. Una cuarta parte de los habitantes del globo eran súbditos de la persona que lo dirigía oficialmente. Entonces, ¿Por qué prácticamente nadie sabe nada acerca de este imperio? ¿Por qué en cambio todo el mundo conoce a Hitler y el Imperio Romano? ¿Por qué miles de series, libros y filmes acerca de éstos últimos y no sobre el imperio más grande que haya existido jamás sobre la faz de la Tierra? Y de las pocas películas relacionadas que se emiten por la televisión y en las salas de cine, ¿hay alguna en la que los personajes no sean mostrados como héroes? La élite que controlaba este imperio, la más poderosa de la historia, por necesidad ha de continuar con vida. ¿Qué ha sido de ella? Todo el mundo conoce a Julio César, a Alejandro Magno; ¿Por qué nadie sabe nada acerca de la élite del Imperio Británico?
Si queremos avanzar en nuestro viaje y progresar en nuestra educación, como buscadores de la verdad, nosotros, los de no-retorno, debemos empezar a investigar y a estudiar tanto personajes como acontecimientos históricos prácticamente desconocidos, difíciles de encontrar incluso por Internet. Deben haberse perdido y se deben estar perdiendo maravillas del pensamiento humano e historias de gran valor a causa de la mundialización. Una vez conozcamos y saquemos provecho de lo que nos es permitido conocer por parte de los magistrados, debemos ir en busca del material perdido con tal de expandir los límites de nuestra mente, de ampliar nuestra sesgada visión del mundo.


jueves, 17 de julio de 2014

La aventura del pensamiento: Tomás de Aquino

Tomás de Aquino nació en el 1.225 d.C, diez años después de firmarse la Carta Magna, en el castillo de Roccasecca, Italia. Perteneciente a una importante familia noble, era primo del rey de "la nueva Babilonia", Federico II o "El Anticristo". Fue responsable de infiltrar mediante numerosos trabajos las doctrinas aristotélicas en el seno de la Iglesia Católica. No fue hasta llegado el siglo XIX, cuando la muerte de Dios estaba próxima, y más recientemente tras la celebración del Concilio Vaticano II, (momento en el que la Iglesia Católica proclamó su intención de participar en la creación de un Nuevo Orden Mundial), que se comenzó a tener en consideración a este santo, pilar fundamental de la teología cristiana. Hasta entonces las enseñanzas de Aristóteles (pagano), el tutor de Alejandro Magno, habían sido condenadas; en la era de la mundialización, en cambio, Tomás de Aquino es mostrado acertadamente como el máximo exponente de la "filosofía cristiana", confundiendo de forma intencionada los términos filosofía y religión.
Tomás de Aquino es el mayor representante de la escolástica. Defendió el uso de la razón para demostrar la existencia de Dios, legitimando así el debate sobre su existencia y a aquellos que la ponían en duda. La razón es dada por Dios para que pensemos, argumenta. No es lógico por lo tanto que nuestra razón pueda llevarnos a conclusiones falsas si pensamos bien. Las conclusiones aparentemente verdaderas obtenidas mediante la razón, si no coinciden con las de la fe, son falsas, pues fe y razón deben estar en perfecta concordancia. Si no lo están, entonces es que no estamos razonando correctamente sobre un tema. Propone seguidamente cinco argumentaciones fácilmente refutables para demostrar la existencia de Dios, las llamadas Cinco Vías:

Primera vía, argumento del primer motor inmóvil: corresponde al concepto aristotélico de Dios como Primer Motor. Todo se mueve. Todo lo que se mueve ha de ser movido por algo. Si una cosa que mueve es movida, ha de ser movida por otra cosa, y ésta por otra, y así sucesivamente. Pero debe haber finalmente algo que mueva y no sea movido, que es Dios.
Segunda vía, argumento de las causas eficientes: todo tiene una causa que le precede, pero necesariamente ha de haber una causa sin causa, una causa incausada, que es Dios.
Tercera vía, argumento de la contingencia: Las cosas pueden existir o no. Si las cosas pueden no existir, significa que no existen siempre, y que existen a partir de otras cosas existentes. Si todo puede no existir, tuvo que haber algún momento en que nada existió. Pero si esto fuera así, nada podría existir ahora porque todo existe a partir de cosas existentes. Esta cosa que dio origen a todo, y que por lo tanto existe pero no puede no existir, es Dios.
Cuarta vía, argumento de los grados de perfección: respecto a la bondad y la maldad hay grados. Las cosas más buenas, que son más perfectas, deben ser causa de las cosas menos buenas. Por lo tanto debe haber algo que es causa de todas las cosas buenas, de la bondad y de la verdad, que es perfecta y que ha de ser Dios, el ser máximo.
Quinta vía, argumento teleológico: las cosas que no tienen conocimiento pero que tienen un fin, han de ser dirigidas a dicho fin por alguien con conocimiento, que es Dios.

miércoles, 16 de julio de 2014

Journey


La República o El Estado

"Y ahora, ¿quién puede dudar que los hijos de los reyes y de los jefes de los Estados pueden nacer con disposiciones naturales para la filosofía? [...] Y podrá decirse que, aun cuando nazcan con semejantes disposiciones, es una necesidad inevitable el que se perviertan. Convinimos en que es difícil que se salven de la corrupción general, pero que en todo el curso de los tiempos no se salve ni uno solo, no hay nadie que se atreva a decirlo. [...] Por lo tanto, basta que se salve uno, y que encuentre sus súbditos dispuestos a obedecerle, para ejecutar lo que se tiene por imposible. [...] ¿Y es una cosa chocante que el proyecto que hemos concebido nosotros, lo conciba un día el pensamiento de otro?"- Libro VI, la República o el Estado.


"La República" o "El Estado" (Leer aquí) es un diálogo escrito por Aristocles aproximadamente en el 380 a.C. Ciertamente es un libro extraordinario, absolutamente imprescindible para cualquier persona que se haya embarcado en este largo viaje hacia el conocimiento y la sabiduría. Es una obra de tal calidad la escrita por el hijo de Aristón, que uno, tras acabar de leerla, si abandonara por un momento la razón, no podría sentir más que tristeza al verse obligado a escuchar las conversaciones cotidianas de la gente común.
Existe una estrecha relación entre "La República" de Aristocles y "Un Mundo Feliz" de Aldous Huxley. Si hay una conexión directa entre ambos autores -a través de las religiones mistéricas- o simplemente se trata de una línea de pensamiento no entraremos a valorarlo por ahora. Pero en todo caso, es evidente la enorme influencia que ha ejercido su obra sobre los miembros de la sociedad fabiana, como H.G.Wells o Bertrand Russell. Tal es así, que podemos considerar perfectamente "La República" como la base de la que partió el proyecto elitista dirigido actualmente por Pyramid Transnational para la conformación de un Estado Mundial.
Aristocles, comúnmente conocido como Platón -el de anchas espaldas-, nació en Atenas entre el 428 y el 423 a.C y vivió cerca de ochenta años. Fue un contemporáneo de Buda Gautama, o al menos nació pocos años después de que El Iluminado falleciera por una intoxicación alimentaria. Como Siddharta, príncipe de Shakia, se percató de la existencia de la parte irracional del hombre y de sus peligros, y de la importancia vital de subordinarla a la razón. Del mismo modo, entendió que debía llegar a lo más alto y alcanzar el mundo donde nada nace ni perece, y así, de esta forma, conseguir escapar del ciclo eterno de la vida; tal como lo diría Sakiamuni, el Samsara. Si Buda describió las bases científicas en las que se sustenta la propaganda, y entendió que eran la llave para alcanzar el Nirvana, Platón hizo lo mismo, y comprendió que eran un factor indispensable para arribar al mundo de las ideas. Y no solo llegó a comprender dichas bases, sino que además aprendió a darles utilidad, seguramente sin ser plenamente consciente de ello, con el fin de lograr la realización del colosal proyecto que concibió en su mente: el Estado perfecto. Aristocles fue a Siddharta lo que Bernays fue a Freud, pero con más de dos milenios de anterioridad.
Aristocles era descendiente de los primeros reyes de Atenas y familiar del mismo Solón. Nació durante el siglo de oro, una época de esplendor para la polis griega, justo tras la muerte de Pericles -amigo del segundo esposo de la madre de Platón-. Ya en aquellos tiempos las masas vivían inmersas en un delirio. Era la época de los primeros sistemas democráticos, de los primeros sistemas de enmascaramiento del poder. Íntimamente ligados a la democracia han ido siempre los sistemas de control de la población; si bien por aquel entonces los métodos de manipulación eran mucho más rudimentarios que los actuales, ya estaban siendo ampliamente utilizados; ¿Cómo podría haber democracia sino, sin sofistas que incendiaran a la multitud en las plazas y en los teatros mediante su oratoria y sus discursos?

"Cuando en las asambleas públicas, en el foro, en el teatro, en el campo, o en cualquier otro sitio donde la multitud se reúne, aprueban o desaprueban ciertas palabras y ciertas acciones con gran estruendo, grandes gritos y palmadas, redoblados por los ecos y las bóvedas. ¿Qué efecto producirán tales escenas en el corazón de un joven? Por excelente que sea la educación que haya recibido en particular, ¿no tiene que naufragar por precisión en medio de estas oleadas de alabanzas y de críticas? ¿Podrá resistir la corriente que le arrastra? ¿No conformará sus juicios con los de la multitud sobre lo que es bueno y vergonzoso? ¿No hará estudio en imitarla? [...] 
[Sobre los sofistas. Nota del autor]: ¿Y no es ésta, punto por punto, la imagen de los que hacen consistir la sabiduría en conocer lo que desea la multitud reunida, lo que la lisonjea, sea en pintura, sea en música, sea en política?" - Libro VI, La República o el Estado.

¿Sin las divertidas fiestas de Baco, la música y el vino, y las magníficas fábulas? ¿Y qué hay de los pintores,  de los poetas como Hesíodo y Homero, y de sus obras tan sublimes, como lo son la Odisea y la Ilíada?

"Por otra parte, es evidente que el genio del poeta imitador no le llama en manera alguna a representar esta parte del alma, y que, en su afán de agradar a la multitud, procura separarse de este camino, y más bien se inclina a expresar los caracteres apasionados, cuya variedad hace que sea más fácil el representarlos. [...] Luego tenemos justos motivos para condenarle y ponerle en la misma clase que el pintor. Tiene de común con él el componer sólo obras sin valor, si se las coteja con la verdad; y también se le parece en que trabaja con el fin de agradar a la parte débil del alma, y no a lo mejor que hay en ella; y, por lo tanto, tenemos fundados motivos para rehusarle la entrada en un Estado, que debe ser gobernado por leyes sabias, puesto que remueve y despierta la parte mala del alma, y al fortificarla destruye el imperio de la razón. Y podemos asegurar que lo que sucedería en un Estado, en que los malos llegasen a ser los más fuertes, revistiéndose de toda autoridad y haciendo perecer a todos los buenos ciudadanos, es la imagen del desorden que el poeta imitador introduce en el gobierno interior de cada hombre, por la excesiva complacencia que tiene para con esta parte insensata de nuestra alma, que no sabe distinguir lo que es más grande de lo que es más pequeño; que sobre un mismo objeto se forma ideas tan pronto demasiado grandes como demasiado pequeñas; que produce fantasmas, y que permanece siempre a una distancia infinita de la verdad. [...] Aún no hemos dicho nada del mayor mal que causa la poesía. ¿No es, en efecto, una cosa bien triste ver que es capaz de corromper el espíritu de las personas discretas, a excepción de muy pocas? [...] Escucha y luego juzga. Sabes que todos, indistintamente, hasta los más razonables, cuando oímos recitar pasajes de Homero o de cualquier otro poeta trágico, en que se representa  a un héroe angustiado, deplorando su suerte en un largo discurso, prorrumpiendo gritos y dándose golpes en el pecho, sabes, repito, que en aquel acto percibimos un vivo y secreto placer, del que nos dejamos llevar insensiblemente, uniéndose a la compasión que inspira el héroe, la admiración por el talento del poeta que tan bien ha sabido conmovernos. [...] Pero, ¿tiene sentido, no digo el ver sin indignación, sino el aprobar con entusiasmo en otro una situación de que nos ruborizaríamos si nos viésemos en ella, y que condenaríamos en nosotros como una indigna debilidad? [...] Si consideramos que esta parte de nuestra alma, contra la que nos mantenemos firmes en nuestras propias desgracias, que está sediente de lágrimas y lamentaciones de que querría saciarse, y que busca por naturaleza, es la misma a que los poetas adulan y a la que hacen estudio en complacer; y que, en tales ocasiones, otra parte de nosotros mismos, que es la mejor, no estando aún bastante fortificada por la razón y por el hábito, afloja la rienda a la otra parte llorona, excusándose con que no es más que simple espectadora de las desgracias de otro, y que no es vergonzoso para ella dar señales de aprobación y de compasión, al ver las lágrimas que otro, que se dice hombre de bien, derrama indebidamente; de suerte que tiene por un bien el placer que disfruta en aquel momento, y no consentiría verse privado de él, como se vería si condenara absolutamente esta clase de poemas. Esto procede de que son pocos los que fijan su reflexión en que los sentimientos de otro se hacen infaliblemente nuestros, y que, después de haberse mantenido y fortificado nuestra sensibilidad mediante la vista de los males ajenos, es difícil moderarla en los propios. [...] ¿No diremos otro tanto cuando se trata del ridículo? Por aversión que tengas al tipo del bufón si manifiestas un placer excesivo en oír sus bufonadas, sea en el teatro, sea en conversaciones particulares, te sucederá lo mismo que en las emociones patéticas, es decir, que concluyes por hacer lo que apruebas en los demás. Porque entonces das rienda suelta al deseo de hacer reír que la razón reprimía antes en ti por temor de pasar por bufón; y después de haber alimentado ese deseo en la comedia, no tardarás en dejar escapar en tus relaciones con los demás, hasta sin pensar en ello, dichos que sólo pueden convenir a un farsante de profesión. [...] La poesía imitativa produce en nosotros el mismo efecto con respecto al amor, la cólera y a todas las pasiones del alma que tienen por objeto el placer y el dolor, y que nos sitian constantemente y las alimenta. La poesía imitativa nos hace viciosos y desgraciados a causa de la fuerza que da a estas pasiones sobre nuestra alma, en vez de mantenerse a raya y en completa dependencia, para asegurar nuestra virtud y nuestra felicidad." - Libro X, La República o el Estado.

Seguramente fue porque vivió en sus propias carnes los efectos de la democracia directa, y la vio caer ante el régimen de los Treinta Tiranos -algunos de ellos eran familiares suyos-, que entendió la inviabilidad de dicho sistema. Al menos, tomado como idílico. Y no solo vio la inviabilidad de la democracia; también la de la timocracia lacedemonia, la de la oligarquía y especialmente la de la tiranía. Fue a partir de aquí que comenzó a diseñar lo que debía ser un Estado ideal que consiguiera acabar con todas las problemáticas asociadas a los demás.
Habiendo ya divisado las partes que conforman el alma - la razón, el apetito sensitivo y la cólera-, y habiéndose percatado de la superioridad de la razón sobre las otras dos, no le costó visualizar el camino a seguir: el camino de la virtud y de la comprensión, el camino de la sabiduría y el conocimiento, el camino de la razón y la ciencia, el viaje de búsqueda de la verdad y de lo inmutable; de lo que es en sí y no de lo que es. Así pues, no podía confeccionar su Estado ideal de otra forma que no fuera una puramente racional, es decir, científica. Por lo tanto, encontramos en Platón la primera referencia a lo que es una sociedad científica o artificial, como la descrita por Bertrand Russell en "La Perspectiva Científica", en la que todos los aspectos de la sociedad han sido concienzudamente diseñados y planeados.

"¡Cómo! ¿No te haces cargo de lo ridículos que son todos estos sistemas que no están fundados en ningún principio cierto? Los mejores de ellos, ¿no son completamente oscuros? Y los hombres que por casualidad encuentran la verdad, pero sin poder dar razón de ella, ¿no se parecen a los ciegos que siguen el camino recto?" - Libro VI, La República o El Estado.

Todo el proyecto desarrollado por Aristocles comienza entorno a la discusión, puesta en boca de Sócrates, con el sofista Trasímaco y los dos hermanos de Platón, Glaucón y Adimanto, sobre el concepto de justicia. ¿Qué es la justicia? ¿Es mejor la justicia que la injusticia? Quién es más dichoso, ¿un hombre justo o uno injusto? Para resolver tales preguntas Sócrates se ve obligado a examinar el término de justicia en el seno de un Estado ideal, pues si es ideal ha de ser justo necesariamente, para luego, una vez resueltas las cuestiones, extrapolar las conclusiones a un individuo aislado. Dicho esto, deben embarcarse primero en la confección de lo que sería el Estado perfecto, la República, para poder hallar con más facilidad lo que es la justicia.
Lo que da origen a la formación de una sociedad son las necesidades de los hombres que se reúnen y se auxilian unos a los otros para poder tenerlas cubiertas. Hace falta que cada hombre se limite a un trabajo en concreto sin entrometerse en la tarea de los demás para que las cosas marchen correctamente; debe haber labradores, tejedores y arquitectos para que haya alimento, vestimentas y hogares. Para que cada uno de ellos pueda cumplir su función, además, hacen falta personas que se dediquen a producir las herramientas y el material necesario para que los primeros puedan desempeñar lo mejor posible sus oficios; hacen falta herreros, carpinteros, pastores, obreros... A estos se le añadirán los comerciantes encargados de la importación y la exportación, así como un número mayor de obreros y labradores destinados a crear el excedente necesario para poder exportar. Harán falta también un mercado y una moneda que permitan la interacción entre los miembros de la sociedad, mercaderes que regulen la oferta y la demanda y mercenarios que provean a la sociedad de su fuerza... De esta forma se va confeccionando un Estado de proporciones considerables.
Una vez las necesidades básicas estén cubiertas, se incorporarán todos aquellos oficios cuyo objetivo sea el de proveer comodidad y confort a los ciudadanos, permitiéndoles la vida agradable y gozosa  propia de un Estado pleno y rebosante: mesas, camas, alimentos de todo tipo, metales preciosos, música y arte... Serán ciudadanos felices y moderados, con pocos hijos para mantener un buen nivel de vida. Un Estado de tal magnitud requiere de grandes terrenos y vastos recursos, por lo que serán inevitables las guerras con Estados vecinos por el control de las tierras. Es indispensable por lo tanto un ejército capaz de hacerse con ellas y de defender la integridad del territorio. Dicho ejército, encargado de repeler las amenazas y de llevar a cabo la expansión del Estado, estará constituido por los guardianes.
Debido a la importancia del oficio de los guardianes, estos deben disponer de las cualidades más adecuadas, que les hagan merecedores de ser considerados como tales. Al igual que un perro, deben ser feroces con sus enemigos, pero afables y apacibles con sus conciudadanos y amigos para evitar que actúen en su contra y se conviertan en tiranos. Han de ser fuertes y valientes, y además disponer del afán de adquirir conocimientos, es decir, de un carácter filosófico. Dichas características solo podrán alcanzarlas mediante el uso de la propaganda, o tal y como lo expresa Platón, una educación bien planeada, destinada a transformar a los niños más predispuestos en adultos capaces de mantener la estabilidad y la concordia en el Estado.

"Todo lo que nosotros les ordenamos aquí no es tan importante como pudiera imaginarse, no es nada. Interesa solamente salvar un punto, el único importante, o más bien, el único. [...] La educación de la juventud y de la infancia." - Libro IV, La República o el Estado.

Tanto el carácter como el comportamiento de los ciudadanos estará regido igualmente por la educación que reciban, que sin duda alguna deberá ser estricta y rigurosa:

"Por consiguiente, ésa será una razón más para someter muy en tiempo los juegos de los niños a la más severa disciplina, porque por poco que ésta llegue a relajarse y que nuestros niños se extravíen en este punto, es imposible que en la edad madura sean virtuosos y sumisos a las leyes. [...] Estar callado delante de los ancianos, levantarse cuando éstos se presentan, cederles siempre el puesto de honor, respetar a los padres, conservar el modo de vestir, de cortarse el pelo y de calzarse, todo lo relativo al cuidado del cuerpo y otras mil cosas semejantes. Todo esto, ¿no lo encontrarán por sí mismos? [...] Sería una locura hacer leyes sobre tales objetos. [...] Parece, mi querido Adimanto, que todas estas prácticas son un resultado natural de la educación, porque lo semejante, ¿no atrae siempre a su semejante?" -  Libro IV, La República o El Estado.

La formación de los guardianes estará basada en la gimnasia y la música. Indirectamente, la gimnasia para entrenar el cuerpo y la música para entrenar la mente; directamente, ambos para formar el alma.

"Los dioses han hecho a los hombres el presente de la música y la gimnasia, no con objeto de cultivar el alma y el cuerpo (porque si este último saca alguna ventaja, es solo indirectamente); sino para cultivar el alma sola, y perfeccionar en ella la sabiduría y el valor, concertándolos, ya dándoles expansión, ya conteniéndolos dentro de justos límites." - Libro III, La República o El Estado. 

Tanto una como la otra constituirán las bases de la propaganda de la República, y deberán ser siempre vigiladas con especial atención para que no se vea en peligro el orden de las cosas.

"Por lo tanto, para decirlo todo en dos palabras, los que hayan de estar a la cabeza de nuestro Estado vigilarán especialmente para que la educación se mantenga pura; y sobre todo, para que no se haga ninguna innovación ni en la gimnasia ni en la música; y si algún poeta dice:

                         Los cantos más nuevos son los que más agradan - Odisea, V, v.851.

no se crea que el poeta se refiere a canciones nuevas, sino a una manera nueva de cantar, y por lo mismo no deben aprobar semejantes innovaciones. No debe alabarse ni introducirse alteración ninguna de esta especie. En materia de música han de estar muy prevenidos para no admitir nada, porque corren el riesgo de perderlo todo, o como dice Damón, y yo soy en esto de su dictamen, no se puede tocar a las reglas de la música sin conmover las leyes fundamentales del gobierno. [...] Nuestros magistrados harán de la música, según mi parecer, la ciudadela del Estado." - Libro IV, La República o el Estado.

Una parte de la música son los discursos, y una clase de discursos son las fábulas. La educación de los niños por lo tanto se iniciará a partir de las fábulas, y será imprescindible por ende tener controlados a los autores de éstas para que escriban únicamente aquello que conviene al Estado.

"!Qué! ¿No sabes que lo primero que se hace con los niños es contarles fábulas, y que aun cuando se encuentre en ellas a veces algo de verdadero, no son ordinariamente más que un tejido de mentiras? Con ellas se entretiene a los niños hasta que se les envía al gimnasio. [...] Comencemos pues, ante todo por vigilar a los forjadores de fábulas. Escojamos las convenientes y desechemos las demás. En seguida comprometeremos a las nodrizas y las madres a que entretengan a sus niños con las que escojan, y formen a así sus almas con más cuidado aún que el que ponen para formar sus cuerpos. En cuanto a las fábulas que les cuentan hoy, deben desecharse en su mayor parte." - Libro II, La República o el Estado.

Las fábulas de Hesíodo y Homero deben ser desechadas porque no muestran a los héroes y los dioses tal y como deben ser. Los héroes y los dioses son los ídolos de las masas y actúan como modelos a seguir. Así pues, éstos deben representar todo aquello que se quiera inculcar en los ciudadanos; deben ser inmutables, perfectos, bellos, justos y buenos, dueños de sí mismos. No hay debilidades en los dioses, ni lágrimas ni lamentaciones, pues no debe haberlas en los guardianes. Los dioses no son corrompibles ni codiciosos, no son causa de mal alguno, dicen siempre la verdad - Segunda ley de la República - y deben llevarse bien unos con otros; jamás habrán de ser narradas historias que muestren disensiones y discordia entre ellos o bajeza de espíritu. Si los dioses no pueden estar cohesionados, mucho menos lo podrán estar los miembros del Estado y, más importante aún, sus guardianes.

"Que jamás se oiga decir entre nosotros que Juno fue aherrojada por su hijo y Vulcano precipitado del cielo por su padre, por haber querido socorrer a su mujer cuando éste la maltrataba, ni contar todos estos combates de los dioses inventados por Homero, haya o no alegorías ocultas en el fondo de estos relatos, porque un niño no es capaz de discernir lo que es alegórico de lo que no lo es, y todo lo que se imprime en el espíritu en esta edad deja rastros que el tiempo no puede borrar. Por esto es importantísimo que los primeros discursos que oiga sean a propósito para conducirle a la virtud. [...] Y si alguno hace una tragedia sobre las desgracias de Niobe, de los Pelópidas o de Troya, no le dejaremos decir que estas desgracias no son obra de Dios, sino, como antes dijimos, que si Dios es el autor, no ha hecho nada que no sea justo y bueno, y este castigo se ha convertido en provecho de los mismos que lo han recibido. Lo que no debe permitirse decir a ningún poeta es que aquellos a quienes Dios castiga son desgraciados; digan en buena hora que los malos son dignos de compasión por la necesidad que han tenido del castigo, y que las penas que Dios envía son un bien para ellos. Y cuando alguien diga delante de nosotros que Dios, que es bueno, ha causado mal a alguno, nos opondremos con todas nuestras fuerzas, si queremos que nuestra república esté bien gobernada: y no permitiremos ni a los viejos ni a los jóvenes decir ni escuchar semejantes discursos, estén en verso o en prosa, porque son injuriosos a Dios, perjudiciales al Estado y se destruyen por sí mismos. Por lo tanto, nuestra primera ley y nuestra regla tocante a los dioses será obligar a nuestros ciudadanos a reconocer, lo mismo cuando hablen que cuando escriban, que Dios no es el autor de todas las cosas, sino solo de las buenas. [...] Siempre que alguno hable de los dioses de esta manera le rechazaremos con indignación. No consentiremos tampoco tales discursos en bocas de los maestros encargados de la educación de los jóvenes a quienes queremos inspirar el respeto a los dioses, hasta hacerlos semejantes a ellos en cuanto lo consiente la debilidad humana." - Libro II, La República o el Estado.

Tampoco habrá horrores en los infiernos, ni personajes que inspiren terror y miedo a la muerte. Si los hubiera, los guardianes no podrían estar dispuestos a dar su vida por el Estado. Los guardianes, como los sabios, no pueden tener temor a perecer.

Será necesaria la templanza, una sumisión voluntaria de los súbditos hacia los que mandan y un control de la razón sobre los deseos y la parte irracional del alma, que se verá reflejada en la música y los escritos.
Tales escritos nunca deberán ser imitativos, es decir, los autores no han de hablar en nombre de otros ni de sus funciones sociales como si estuvieran dedicados a ellas. Los guardianes no deben ser imitadores, deben limitarse a la tarea de proteger el Estado, así que los discursos que lean o escuchen tampoco han de serlo. Si los guardianes fueran imitadores, podrían imitar todo lo que no es deseable que haga un guardián, hasta el punto de llegar a convertirse en la persona a la que están imitando y dejar de ser guardianes. Si se imita, que sea en todo caso a aquellos que hacen bien a su objetivo social. Los escritos serán entonces narraciones simples, y no han de existir ni la tragedia, ni la comedia ni la epopeya.
Lo mismo será aplicado, tanto en materia como en forma, al canto y la melodía. El contenido de las canciones dirigidas a los guardianes se regirá por las normas dictaminadas anteriormente, y será el determinante de la armonía y el número que se escojan. Las armonías predilectas son la frigia y la dórica, una para hacer fuerte y valiente el alma del guerrero, otra más tranquila para aludir a la moderación y la sabiduría. Respecto a los instrumentos utilizados, no deben tener un gran número de cuerdas ni una gran variedad de tonos, solo aquellos que son de interés para la formación del guerrero; la lira y el laúd para la ciudad, el caramillo para el campo.

"Nos interesa, por el contrario, buscar artistas hábiles, capaces de seguir la huella de la naturaleza de lo bello y de lo gracioso, a fin de que nuestros jóvenes, educados en medio de sus obras como en una atmósfera pura y sana, reciban sin cesar saludables impresiones por los ojos y por los oídos, y que desde la infancia se vean insensiblemente conducidos a imitar y amar lo bello, y a establecer entre éste y ellos mismos un perfecto acuerdo. [...] ¿No es por esta misma razón mi querido Glaucón, la música la parte principal de la educación, porque insinuándose desde muy temprano en el alma, el número y la armonía se apoderan de ella, y consiguen que la gracia y lo bello entren como un resultado necesario en ella, siempre que se dé esta parte de educación como conviene darla, puesto que sucede todo lo contrario cuando se la desatiende? Y también porque, educado un joven cual conviene, en la música, advertirá con la mayor exactitud lo que haya de imperfecto y de defectuoso en las obras de la naturaleza y del arte, y experimentará a su vista una impresión justa y penosa; alabará por la misma razón con entusiasmo la belleza y se formará por este medio en la virtud; mientras que en el caso opuesto mirará con desprecio y con una aversión natural lo que encuentre de vicioso; y como esto sucederá desde la edad más tierna, antes de que le ilumine la luz de la razón, apenas haya ésta aparecido, invadirá su alma, y él se unirá con ella mediante la relación secreta que la música habrá creado de antemano entre la razón y él. He aquí, a mi parecer, las ventajas que se buscan al educar a los niños en la música." - Libro III, La República o El Estado.

Respecto a la gimnasia, los guardianes se consagrarán a ella desde la infancia hasta el final de sus días. Como es lógico no podrán embriagarse. El entrenamiento al que deberán someterse debe ir orientado a hacerles duros y resistentes, pues deben vigilar durante todo el día. La dieta debe ser como la música, sencilla y sin gran variedad. Estando en disposición de la fuerza y pudiéndose convertir en tiranos, es conveniente que no tengan propiedades ni pertenencias y que la comida les sea dada por sus conciudadanos en recompensa por sus servicios. No tendrán casa y vivirán todos juntos a modo de comuna. Tampoco aceptarán ni desearán el oro y la plata terrestres, pues ya llevan oro y plata divinos en sus cuerpos que deben conservar bien puros. No tendrán bienes y sus intereses serán comunes, por lo que no habrá entre ellos disensiones. Los guerreros más bravos y predispuestos serán colmados de honores y ascendidos, mientras que los cobardes e indignos serán relegados a la clase de asalariados (labradores o artesanos) y dejados morir en manos de sus enemigos. Los muertos en batalla o los muertos por enfermedad o vejez más virtuosos serán considerados como héroes y pasarán a formar parte de la clase más alta, la raza de oro.

La visión de Sócrates (Aristocles) sobre el papel en la sociedad de las mujeres y los niños puede parecer bastante normal en un mundo globalizado, pero no lo era ni mucho menos entonces; en la República poco importa el sexo de la persona, puesto que lo que determinará el rol que juegue ésta en el Estado serán sus cualidades para el oficio al que esté más predispuesta. Así, mientras una mujer demuestre aptitud para con una tarea, aunque ésta se encuentre tradicionalmente vinculada a los hombres, no habrá razón por la cual denegarle el trabajo. Por lo tanto, en la República habrá tanto hombres guerreros como mujeres guerreras, si bien se tendrán en cuenta cómo influyen en cada caso las diferencias físicas entre machos y hembras. Del mismo modo habrá mujeres magistradas y mujeres dedicadas a la música, y en consecuencia, la educación y el trato que reciban serán los mismos que los hombres.

"Por consiguiente, si pedimos a las mujeres los mismos servicios que a los hombres, es preciso darles la misma educación. [...] Será preciso, por lo tanto, hacer que las mujeres se consagren al estudio de estas dos artes [la gimnasia y la música. Nota del autor], formarlas para la guerra, y tratarlas en todo como a los hombres. [...] Pero si se pusiera en práctica, parecería quizá una cosa ridícula, porque es opuesta a la costumbre. [...] Ya ves, mi querido amigo, que en un Estado no hay propiamente profesión que esté afecta al hombre o a la mujer por razón de su sexo, sino que, habiendo dotado la naturaleza de las mismas facultades a los dos sexos, todos los oficios pertenecen en común a ambos, sólo que en todos ellos la mujer es inferior al hombre. [...] Por lo tanto hay mujeres a propósito para vigilar y guardar el Estado, y otras que no lo son; porque, ¿no son la filosofía y el valor las dos cualidades que demandamos en nuestros guerreros? [...] La naturaleza de la mujer es tan propia para la guarda del Estado como la del hombre, y no hay más diferencia que la del más o el menos. [...] Éstas son las mujeres que nuestros guerreros deben escoger por compañeras y con las que deben compartir el cuidado de vigilar el Estado, porque son capaces de ello, y han recibido de la naturaleza las mismas disposiciones. [...] La ley que nosotros establezcamos, si es conforme a la naturaleza, no es ni una quimera, ni un vano deseo. Lo que verdaderamente choca con la naturaleza es el uso opuesto que se sigue hoy. [...] En cuanto al que se burle a la vista de las mujeres desnudas que ejercitan su cuerpo para un fin bueno, recoge fuera de sazón los frutos de su sabiduría; no sabe ni lo que hace, ni por lo que se ríe; porque hay y habrá siempre sazón para decir que lo útil es bello, y que sólo es feo lo que es dañoso." - Libro V, La República o El Estado. 

Entre hombres y mujeres guerreras no se formarán unidades familiares. Serán todos para todos, independientemente del sexo. Las mujeres y los hijos serán comunes. Ni los hijos conocerán a sus padres, ni los padres a sus hijos. Conformarán una gran familia, unida y bien avenida. Solo será legítimo para las mujeres tener hijos entre los veinte y los cuarenta años, y para los hombres desde el fin de la adolescencia hasta los cincuenta y cinco; todo aquel que incumpla esta norma será considerado culpable de injusticia y sacrilegio.
No todos podrán tener hijos, pues la especie correría el riesgo de degenerar si procrearan más los más inferiores y defectuosos. Tampoco podrá haber hijos fruto del incensto, y puesto que ni los padres sabrán quiénes son su hijos, ni los hijos quiénes son sus padres, se considerarán como hermanos a todos los niños nacidos en un mismo período, como nietos a los hijos de éstos y como padres a todos los que procrearon entre siete y diez meses antes de la nueva hornada. En definitiva, es necesaria la aplicación por parte de los magistrados de medidas eugenésicas que permitan la excelencia de la raza humana:

"Es preciso, según nuestros principios, que las relaciones de los individuos más sobresalientes de uno y otro sexo sean muy frecuentes, y las de los individuos inferiores muy raras; además, es preciso criar los hijos de los primeros y no los de los segundos, si se quiere que el rebaño no degenere. Por otra parte, todas estas medidas deben ser conocidas sólo de los magistrados, porque de otra manera sería exponer el rebaño a muchas discordias." - Libro V, La República o El Estado.

Como un buen propagandista, Sócrates detesta la mentira, pero la cree necesaria cuando es de utilidad para el Estado. Será por lo tanto necesaria la divulgación de ciertas mentiras que permitan el buen funcionamiento de la República.

"La mentira, hablando con propiedad, es la ignorancia que afecta el alma del que es engañado; porque la mentira en las palabras no es más que una expresión del sentimiento que el alma experimenta; no es una mentira pura, sino un fantasma hijo del error. ¿No es cierto? [...] Pero ¿no hay circunstancias en que la mentira de palabra pierde lo que tiene de odioso, porque se hace útil? ¿No tiene su utilidad cuando, por ejemplo, se sirve uno de ella para engañar a su enemigo, y lo mismo a su amigo, a quien el furor y la demencia arrastran a cometer una acción mala en sí? ¿No es en este caso la mentira un remedio que se emplea para separarle de su designio? Y aun en la poesía, la ignorancia en que estamos en punto a los hechos antiguos, ¿no nos autoriza para acudir a la mentira  que hacemos útil, dándole el colorido que la aproxime a la verdad?" - Libro II, La República o el Estado.

El uso de la mentira conlleva responsabilidad, por lo que debe estar en manos de aquellos que saben utilizarla adecuadamente para el bien común. La mentira entonces es herramienta exclusiva de la clase gobernante, los magistrados, y de ningún otro. Cualquier persona que no pertenezca a la clase de los magistrados tiene prohibido mentir, y será castigada si lo hace y es descubierta. Todo lo dicho implica la existencia de un monopolio sobre la información y el control sobre los medios de comunicación, como el que hay hoy en día, ejercido por los magistrados.
Una de estas mentiras que son de gran utilidad para el Estado tendrá por objetivo enmascarar la eugenesia y el control demográfico en la República, con tal de no crear malestar e inestabilidad entre la población. 

"A lo siguiente: me parece que nuestros magistrados se verán obligados muchas veces a acudir a engaños y mentiras, consultando el bien de los ciudadanos, y hemos dicho en alguna parte que la mentira es útil cuando nos servimos de ella como remedio. [...] Habrá, pues, que instituir fiestas, donde reuniremos a los esposos futuros. Estas fiestas irán acompañadas de los convenientes himnos y sacrificios. Dejaremos a los magistrados el cuidado de arreglar el número de matrimonios, a fin de que haya siempre el mismo número de ciudadanos, reemplazando las bajas que produzcan la guerra, las enfermedades y los demás accidentes y que nuestro Estado, en cuanto sea posible, no sea ni demasiado grande ni demasiado pequeño. [...] En seguida se sacarán a los esposos, haciéndolo con tal maña, que los súbditos inferiores achaquen a la fortuna y no a los magistrados lo que les ha correspondido. [...] En cuanto a los jóvenes que se hayan distinguido en las guerras o en otras cosas, se les concederá, entre otras recompensas, el permiso de ver con más frecuencia a las mujeres." - Libro V, la República o El Estado.

En cuanto al cuidado y la educación de los niños, quedará al cargo tanto de hombres como mujeres. Se educarán a parte los hijos de los mejores ciudadanos, y se recluirán en algún lugar oculto a los hijos de los inferiores, así como a los deformes y defectuosos:

"- Llevarán al redil común los hijos de los mejores ciudadanos, y los confinarán a ayas, que habitarán en un cuartel separado del resto de la ciudad. En cuanto a los hijos de los súbditos inferiores, lo mismo que respecto los que nazcan con alguna deformidad, se los ocultará, pues así es conveniente, en algún sitio secreto que estará prohibido revelar.
- Es el medio de conservar en toda su pureza la raza de nuestros guerreros." - Libro V, La República o El Estado.

El Estado debe ser dichoso en su conjunto, por lo que el sufrimiento necesario de los niños inferiores o de los guerreros, los cuales habrán sido correctamente instruidos para que lo soporten y amen, no altera la felicidad de la República tomada en su conjunto.

"Nuestra tarea consiste en fundar un gobierno dichoso, a nuestro parecer por lo menos, un Estado en el que la felicidad no sea patrimonio de un pequeño número de particulares, sino común a toda la sociedad." - Libro IV, La República o el Estado. 

Otra de estas mentiras útiles para la sociedad es la que permitirá la cohesión entre ciudadanos y la aceptación por parte de cada uno de ellos de su rol y posición en el Estado. Esta mentira será explicada en forma de fábula y consiste en primer lugar en el patriotismo, en considerar la tierra en la que se hallan como su madre, y a los demás ciudadanos como sus hermanos. En segundo lugar se hablará de la implicación de Dios en su creación como seres humanos, el cual introdujo el oro en la composición de los que deben ser magistrados, la plata en los guerreros y el hierro y el bronce en los labradores y demás artesanos. Cada niño puede nacer independientemente de la composición del alma de sus padres con una composición de oro, plata, bronce o hierro. Será una tarea de los magistrados, encomendada por Dios, identificar la composición del alma de cada uno y asignarle en consecuencia una educación y un papel determinados. El oráculo dice que la república perecerá cuando sea gobernada por el bronce o por el hierro, por lo que es de vital importancia que los gobernantes no erren en su trabajo, y que cada cual asuma su oficio. Quizá no sea posible convencer a las personas con esta fábula, pero si "se podrá conseguir de sus hijos y de todos los que después nazcan" (Libro III).

En la República, como en el Estado Mundial, la unidad y la interdependencia es crucial. Es por eso mismo que en el Estado todo será común, evitando así las bajezas cometidas por los ciudadanos en otros sistemas. La vida, como las funciones públicas, ha de ser común entre hombres y mujeres, y la educación de los niños deber recaer sobre ambos. Debe prevalecer la vida en comunidad; Uno para todos, todos para uno.

"¿No es el mayor mal de un Estado lo que le divide, haciendo de uno solo muchos?; y su mayor bien, por el contrario, ¿no es el que liga todas sus partes, haciéndole uno? [...] ¿Y qué cosa más propia para formar esta unión que la comunidad de placeres y de penas entre todos los ciudadanos, cuando todos se regocijan con las mismas felicidades y se afligen con las mismas desgracias? [...] Quitad esta distinción, y suponed a todos atraídos hacia unas mismas cosas; ¿no gozará el Estado entonces de una perfecta armonía? [...] ¿Por qué? Porque todos sus miembros no constituirán, si puede decirse así, más que un solo hombre. Cuando hemos recibido una herida en el dedo, en el momento el alma, en virtud de su unión con el cuerpo, lo advierte y el hombre entero se aflige del mal de una de sus partes, y así se dice de un hombre que tiene un dedo malo.[...] Que un particular experimente algo bueno o malo; todo el Estado lo sentirá y lo compartirá, porque siempre se regocijará y se afligirá con él." - Libro V, la República o El Estado. 

La unidad marcará el límite a la expansión del Estado, que será efectuada por los guerreros. La República deberá crecer tanto como pueda, siempre y cuando no se altere la unión entre sus miembros; para que "no haya ni muchos ciudadanos en un solo ciudadano, ni muchos Estados en un solo Estado" (Libro IV). Las guerras solo se considerarán como tales cuando se lleven a cabo contra los bárbaros. Por el contrario, al igual que el conflicto entre la URSS y EE.UU, o entre Eurasia (Rusia), Estasia (China) y Oceanía (Occidente), los conflictos entre ciudades griegas se considerarán una mera discordia entre amigos que algún día han de reconciliarse.

"La enemistad entre allegados se llama discordia; entre extraños, se llama guerra. [...] ¿No deberían tratarlos como amigos [A los griegos derrotados. Nota del autor] con los que no han de sostener una guerra perpetua, y con quienes han de reconciliarse algún día? [...] Esa manera de obrar es mucho más conforme con la humanidad que la primera." - Libro V, La República o El Estado.

El amor sensual, el placer más grande y vivo de todos, no será admitido socialmente, pues un amor que no está sujeto a la razón no es ni sabio ni arreglado a lo bello y honesto. Las relaciones de afecto entre el que ama y lo amado serán pues como las de un padre y su hijo.

En cuanto a la medicina, estará dedicada al cuidado de aquellos con cuerpo sano y alma bella. Puesto que los ciudadanos estarán bien educados y sabrán cuidar de sí mismos, no harán falta los médicos más que para dolencias leves y pasajeras. Pues si la dolencia es grave e incurable, no es conveniente ni para el Estado ni para el paciente tratar de prolongar la vida del sujeto haciéndola desgraciada y penosa. Los discípulos de Esculapio deberán ser virtuosos, poseedores no solo de un gran conocimiento sino de una gran experiencia. Lo mismo para los jueces, que han de haber sido siempre buenos y puros a pesar de estar expuestos a la tentación tendida por los malos más astutos.

"Por consiguiente, establecerás en nuestra república una medicina y una jurisprudencia que sean como acabamos de decir, y que se limiten al cuidado de los que han recibido de la naturaleza un cuerpo sano y una alma bella. En cuanto aquellos cuyo cuerpo está mal construido, se los dejará morir, y se castigará con la muerte a aquellos cuya alma es naturalmente mala e incorregible. [...] Es evidente que nuestros jóvenes, educados en los principios de esta sencilla música que hace nacer en el alma la templanza, obrarán de manera que no tendrán necesidad de los jueces. [...] Y que si observan las mismas reglas respecto de la gimnasia, podrán pasarse sin médicos, fuera de los casos de necesidad." - Libro III, La República o El Estado.  

Acerca de la danza, de la caza, de los combates ecuestres y gimnásticos, deberán regirse según los principios ya acordados.

Se trata en definitiva de una sociedad científica, por lo que los políticos no tienen cabida en ella:

"No te irrites contra nuestros políticos; son las gentes más divertidas del mundo con sus reglamentos, que modifican sin cesar, persuadidos de que remediarán así los abusos que se infiltran en las relaciones de la vida sobre todos los puntos que he hablado. No pueden imaginarse que realmente no hacen más que cortar las cabezas de una hidra." - Libro IV, La República o El Estado.

La República quedará a cargo de los ancianos más cualificados (cincuenta años o más), pues no hay nadie mejor que ellos para guardar el Estado. Los magistrados, o salvadores y defensores del pueblo, o "guardadores del mismo rebaño" (Libro V), serán educados también desde su infancia, primero en la música y luego en la gimnasia. Deben tener energía, prudencia y celo por el bien público. Se escogerán como guardadores a aquellos que pasen todas las pruebas de seducción y engaño, de combates, trabajos y dolor a las que serán sometidos a lo largo de su vida, que se hayan mantenido siempre fieles a su deber y nunca hayan actuado en contra de los intereses del Estado.

"Si, atentos siempre a vigilarse a sí mismos y sin olvidar las lecciones de la música que han recibido, hacen ver en toda su conducta que su alma se arregla según las leyes de la medida y de la armonía; en una palabra, que son tales como deben ser para servir eficazmente a su patria y para ser útiles a sí mismos, haremos jefe y guardador de la república al que, en la infancia, en la juventud y en la edad viril, haya pasado por todas estas pruebas y salido de ellas puro; le colmaremos de honores durante su vida, y le levantaremos, después de su muerte, un magnífico mausoleo con todos los demás monumentos a propósito para perpetuar su memoria." - Libro III, La República o el Estado. 

Como los guerreros y el resto de ciudadanos, todos pertenecerán a todos, y constituirán una gran familia. El puesto de magistrado será otorgado a los filósofos, es decir, a aquellos que aman la ciencia y la sabiduría, "aquellos que se consagran a la contemplación de la esencia de las cosas" (Libro V):

" - Pero el que lleva de frente todas las ciencias con un ardor igual, que desearía abrazarlas todas y que tiene un deseo insaciable de aprender, ¿no merece el nombre de filósofo? ¿Qué piensas de esto?  [...] 
- Entonces, ¿quiénes son, en tu opinión, los verdaderos filósofos?
- Los que gustan de contemplar la verdad. [...]
- ¿Qué significa la vida de un hombre que conoce en verdad las cosas bellas, pero que no tiene ninguna idea de la belleza en sí misma, ni es capaz de seguir a los que quieren hacérsela conocer? ¿Es un sueño? [...]
- Sí, eso es lo que yo llamaría un sueño. [...]
- Por el contrario, el que puede contemplar la belleza, sea en sí misma, sea en lo que participa de su esencia, que no confunde lo bello y las cosas bellas, y que no toma jamás las cosas bellas por lo bello, ¿vive como un sueño o en una realidad?
- Vive en la realidad.
- Los conocimientos de éste, fundados en una vista clara de los objetos, son una verdadera ciencia; y los de aquél, que sólo descansan en la apariencia, no merecen otro nombre que el de opinión." - Libro V, La República o El Estado.  

Serán instruidos por lo tanto en la guerra y en un gran número de ciencias, y ejercitarán el alma del mismo modo que el cuerpo, hasta alcanzar su máxima grandeza. 

"Convengamos, por lo pronto, en que el primer signo del espíritu filosófico es amar con pasión la ciencia, que puede conducirle al conocimiento de esta esencia inmutable, inaccesible a las vicisitudes de la generación y de la corrupción. [...] Examina después si no es necesario que los que hayan de ser como hemos dicho, estén dotados de esta otra condición: [...] El horror a la mentira, a la que negarán toda entrada en el alma, al paso que habrán de tener un amor igual por la verdad. [...] Por consiguiente, el espíritu verdaderamente ávido de ciencia, debe, desde la primera juventud, amar y buscar la verdad. [...] Por consiguiente, aquel cuyos deseos se dirigen hacia las ciencias sólo gusta de los placeres puros, que pertenecen al alma. Respecto a los del cuerpo, los desdeña, si no es filósofo en el nombre y sí en la realidad. [...] Un hombre de tales condiciones es templado y enteramente extraño a la concupiscencia. [...] Pero ¿crees que un alma grande, que abraza en su pensamiento todos los tiempos y todos los seres, mire la vida del hombre como cosa importante? [...] Luego el alma de este temple, no temerá a la muerte." - Libro VI, La República o El Estado.

Las ciencias a las que habrán de ejercitarse junto a los guerreros para llevar su alma a lo más alto serán las ciencias puras, aquellas que la vuelven hacia la contemplación del ser: la aritmética y el cálculo, la geometría -"que tiene por objeto el conocimiento de lo que existe siempre, y no de lo que nace y perece"(Libro VII) -, la ciencia dedicada a los sólidos, la astronomía -dedicada a los sólidos en movimiento-, la música -la hermana de la astronomía- y, finalmente, la dialéctica (a la que se consagraran únicamente los filósofos).

"El estudio de estas ciencias de que hemos hablado produce el mismo efecto. Eleva la parte más noble del alma hasta la contemplación del más excelente de los seres; como en el otro caso, el más penetrante de los órganos del cuerpo se eleva a la contemplación de lo más luminoso que hay en el mundo material y visible." - Libro VII, La República o El Estado. 

Tendrán que dedicarse a ellas, libremente, por puro amor al conocimiento, sin ningún tipo de trabas o coacción:

"Porque un espíritu libre no debe aprender nada como esclavo. Que los ejercicios del cuerpo sean forzosos o voluntarios, no por eso el cuerpo deja de sacar provecho; pero las lecciones que se hacen entrar por fuerza en el alma no tienen en ella ninguna fijeza. [...] No emplees la violencia con los niños cuando les das las lecciones; haz de manera que se instruyan jugando, y así te pondrás mejor en situación de conocer las disposiciones de cada uno." - Libro VII, La República o El Estado.

Serán hombres y mujeres que ya desde pequeños muestren gran curiosidad y pasión por adquirir conocimiento, que tiendan a contemplar y observar las cosas, con vista panorámica, que presenten gran facilidad para aprender y memorizar, sin bajezas de ningún tipo, vivos de espíritu y de carácter firme, valientes, incorruptibles, templados y dueños de sí mismos. Así serán los hombres que deben llevar el timón. Será trascendental su educación y su entorno, pues de un alma grande tanto pueden salir los mejores bienes como los peores males; a diferencia de las almas vulgares, de las cuales "puede decirse que jamás harán ni mucho bien ni mucho mal" (Libro VI).

"Por lo tanto, el filósofo, gracias a la estrecha relación en que vive con los objetos divinos, entre los que reina un orden inmutable, se hace un hombre divino y ajustado en todas sus acciones; en cuanto lo consiente la debilidad humana, porque en el mundo no hay nada que no tenga algo que reprender. [...] Si algún motivo poderoso le obligase a no limitar sus cuidados a su propia perfección, y sí a hacerlos extensivos al gobierno y a las costumbres de sus semejantes, introduciendo el orden que ha admirado en la esencia de las cosas, ¿crees tú que será un mal maestro en todo lo relativo a la templanza, justicia y demás virtudes civiles? [...] Pero si el pueblo llega a penetrarse una vez de la verdad de lo que decimos de los filósofos, ¿se irritará contra ellos y rehusará creer con nosotros que un Estado no puede ser dichoso, a menos que el plan del mismo sea trazado por estos artistas según el modelo divino, que constantemente tienen en vista? [...] Te suplico que observes cuán corto será su número, porque raras veces sucede que las cualidades que en nuestra opinión deben entrar en el carácter del filósofo se encuentren reunidas en un solo hombre, porque por lo ordinario se reparten entre muchos." - Libro VI, La República o el Estado. 

El conocimiento más sublime al que deben aspirar estos hombres es la idea de bien, pues es la que da utilidad a la justicia y las demás virtudes. Si los magistrados no alcanzan a conocer esta idea, y unen dicho conocimiento a la idea de lo bello y de lo justo, el Estado jamás podrá ser gobernado correctamente.

"Y el sol, que no es la vista, pero que es el principio de ella, es percibido por la misma. [...] Pues ten en cuenta que cuando hablo de la producción del bien, es del sol que quiero hablar. El hijo tiene una perfecta analogía con su padre. El uno es en la esfera visible con relación a la vista y a sus objetos lo que el otro es en la esfera ideal con relación a la inteligencia y a los seres inteligibles. [...] Sabes que cuando se dirige la vista a objetos que no están iluminados por el sol y sí sólo por los astros de la noche, apenas se los puede distinguir; parece uno casi ciego, y la vista no está clara. [...] Pero cuando se miran los objetos iluminados por el sol, se los ve distintamente y la vista es muy clara. [...] Lo mismo sucede respecto el alma. Cuando fija sus miradas en objetos iluminados por la verdad y por el saber, los ve claramente, los conoce y muestra que está dotada de inteligencia; pero cuando vuelve sus miradas sobre lo que está envuelto en tinieblas, sobre lo que nace y perece, su vista se turba, se oscurece, y ya no tiene más que opiniones, que mudan a cada momento; en una palabra, parece completamente privada de inteligencia. [...] Indudablemente tú crees como yo, que el sol no sólo hace visibles las cosas que lo son, sino que les da también la vida, el crecimiento y el alimento, sin ser él mismo nada de todo esto. [...] Lo mismo puedes decir que los seres inteligibles no sólo reciben del bien su inteligibilidad, sino también su ser y su esencia, aunque el bien mismo no sea esencia; sino una cosa muy por encima de la esencia en razón de dignidad y de poder." - Libro VI, La República o El Estado.

Alegóricamente, el mundo visible equivale a una caverna, en la que permanecen atados por el cuello y las piernas la práctica totalidad de las personas, viendo pasar desde su nacimiento las sombras proyectadas por hombres que transitan sin ser vistos detrás de ellos; El fuego que permite proyectar dichas sombras corresponde a la imagen del Sol. El mundo exterior que jamás verán los esclavos que habitan en la caverna equivale al mundo de las ideas, a la región supraceleste, a las Islas Afortunadas, al mundo de la ciencia y del conocimiento, de las cosas en sí y no de su apariencia; el Sol que ilumina el mundo exterior corresponde en cambio a la idea de bien, idea que da sentido al resto de ideas y que es más bella que ninguna otra.

"Y bien, mi querido Glaucón, ésta es precisamente la imagen de la condición humana. El antro subterráneo es este mundo visible; el fuego que le ilumina es la luz del sol; este cautivo, que sube a la región superior y que la contempla, es el alma que se eleva hasta la esfera inteligible. He aquí, por lo menos, lo que yo pienso, ya que quieres saberlo. Sabe Dios si es conforme a la verdad. [...] En los últimos límites del mundo inteligible está la idea de bien, que se percibe con dificultad; pero una vez percibida no se puede menos de sacar la consecuencia de que ella es la causa primera de todo lo que hay de bello y de bueno en el Universo. [...] Admito, por lo tanto, y no te sorprenda, que los que han llegado a esta sublime contemplación, desdeñan tomar parte en los negocios humanos, y sus almas aspiran sin cesar a fijarse en este lugar elevado. Así debe suceder si es que ha de ser conforme con la pintura alegórica que yo he trazado.[...] ¿Es extraño que un hombre, al pasar de esta contemplación divina a la de los miserables objetos que nos ocupan, se turbe y parezca ridículo, cuando antes de familiarizarse con las tinieblas que nos rodean, se vea precisado a entrar en discusión ante los tribunales o en cualquier otro paraje sobre sombras y fantasmas de justicia y explicar cómo él las concibe delante de personas que jamás han visto la justicia en sí misma?" - Libro VII, La República o El Estado. 

A los filósofos encargados de la guarda del Estado se les educará para que puedan alcanzar la región superior. Pero una vez lo consigan, serán obligados a descender de nuevo a las tinieblas de la caverna para desempeñar las funciones públicas que les han sido asignadas. Puesto que la felicidad debe recaer sobre toda la sociedad y no sobre un pequeño grupo de hombres, deberán sacrificarse por el Estado al igual que los guerreros. Descenderán a la gruta en compensación por la educación recibida, y porque entenderán que ese es el rol social que ellos deben jugar.

"Como los filósofos no gobiernen los Estados, o como los que hoy se llaman reyes y soberanos no sean verdaderos filósofos, de suerte que la autoridad pública y la filosofía se encuentren juntas en el mismo sujeto, y como no se excluyan absolutamente del gobierno tantas personas que aspiran hoy a uno de estos dos términos con exclusión del otro; como todo esto no se verifique, mi querido Glaucón, no hay remedio posible para los males que arruinan los Estados ni para los del género humano; ni este Estado perfecto, cuyo plan hemos trazado, aparecerá jamás sobre la tierra, ni verá la luz del día." - Libro V, La República o El Estado.

El Estado perfecto, pues, ya ha quedado conformado. No será posible plasmarlo en la realidad al pie de la letra, pero probablemente sí de una forma similar a la descrita.

"No exijas, por tanto, de mí que realice con una completa precisión el plan que he trazado; y si puedo hacer ver cómo un Estado puede ser gobernado de una manera muy aproximada a lo que he dicho, confiesa entonces que he probado, como me exiges, que nuestro Estado no es una quimera." - Libro V, la República o El Estado. 

Para llevarlo a cabo, se procederá de la siguiente forma: 

"Relegarán al campo a todos los ciudadanos que pasen de diez años; y después de haber, de esta suerte, sustraído al influjo de las actuales costumbres a los hijos de estos ciudadanos, los educarán conforme a sus propias costumbres y a sus propios principios que son los que nosotros hemos expuesto antes. Por este medio establecerán en el Estado, en poco tiempo y sin dificultad, el gobierno de que hemos hablado, y le harán muy dichoso." - Libro VII, La República o El Estado. 

La República está definida por cuatro virtudes: la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. Es prudente, ya que está dirigida científicamente por los magistrados y el buen consejo;

"La prudencia reina en nuestro Estado, porque el buen consejo reina en él; ¿no es así? [...] No es menos claro que la ciencia presida a este buen consejo, puesto que no es la ignorancia sino la ciencia la que enseña a dictar medidas justas. [...] ¿Hay en el Estado que acabamos de formar una ciencia que resida en algunos de sus miembros y cuyo fin es deliberar, no sobre alguna arte del Estado, sino sobre el Estado todo y sobre su gobierno, tanto interior como exterior? [...] Es la que tiene por objeto la conservación del Estado, y reside en aquellos magistrados que están encargados de su guarda.[...] En general, de todos los cuerpos que toman su nombre de la profesión que ejercen, ¿no será el cuerpo de los magistrados el menos numeroso?" - Libro IV, la República o El Estado. 

Es fuerte, porque es defendida por guardianes bien instruidos; es templada, pues hay una sumisión voluntaria hacia los magistrados y una aceptación del rol social de cada uno;

"Pero con respecto a los sentimientos sencillos y moderados, fundados sobre opiniones exactas y gobernados por la razón, solo se encuentran en un pequeño número de persona, que unen a un extenso natural una excelente educación. [...] Pero, ¿no ves al mismo tiempo que en nuestro Estado los deseos y las pasiones de la multitud, que es la parte inferior, serán arreglados y moderados por la prudencia y la voluntad del pequeño número, que es el de los sabios? [...] Si de alguna sociedad puede decirse que es dueña de sí misma, de sus placeres y de sus pasiones, es preciso decirlo de ésta. [...] Y si hay alguna sociedad en la que los magistrados y los súbditos tengan la misma opinión acerca de los que deben mandar, es seguramente la nuestra. ¿Qué te parece? [...] De manera que puede decirse con razón que la templanza consiste en este buen acuerdo, y que es una armonía establecida por la naturaleza entre la parte superior y la parte inferior de una sociedad o de un particular, para decidir cuál es la parte que debe mandar a la otra." - Libro IV, La República o El Estado.

Finalmente es justa, incluso desconociendo todavía la definición de justicia, porque un Estado ideal ha de ser justo. Vistas la prudencia, la fortaleza y la templanza, la justicia debe ser entonces el principio ya descrito desde el inicio que permite al Estado ser perfecto: que cada uno se limite a su oficio sin acaparar el de los demás. Si no fuera así, devendría el caos y el derrumbamiento de la sociedad.

"Y así esta virtud, que contiene a cada uno en los límites de su propia tarea, no contribuye menos a la perfección de la sociedad civil que la prudencia, la fortaleza y la templanza. [...] Y esta virtud, que unida a las demás asegura el bien del Estado, ¿no es la justicia? - Libro IV, La República o El Estado.

Habiendo encontrado al fin qué es la justicia y cómo es una sociedad justa, llega el momento de indagar cómo es un hombre justo y averiguar luego si es cierto que es menos dichoso que el injusto. Si el Estado está compuesto de tres virtudes, la prudencia, el valor y la templanza, el alma del hombre también debe disponer de tres partes: la razón, la cólera y el apetito sensitivo. Según que parte predomine más sobre el alma, los hombres pueden clasificarse en filosóficos, ambiciosos o interesados, respectivamente.

"La primera de estas partes es aquella por la que el hombre conoce; la segunda es aquella por la que el hombre se irrita; la tercera tiene demasiadas formas para que pueda ser comprendida bajo un nombre en particular; pero ya la hemos designado por lo más notable y por lo que más predomina en ella. La hemos llamado apetito concupiscible a causa de la violencia de los deseos que nos arrastran a comer, beber, al amor y a los demás placeres de los sentidos; y la hemos llamado amiga de las riquezas, porque el dinero es el medio más eficaz para satisfacer esta clase de deseos." - Libro IX, La República o El Estado.

Según la definición de justicia concebida, el hombre justo ha de ser aquél que tenga las tres partes de su alma bien arregladas y ordenadas, con templanza, y que ninguna de ellas se extralimite en sus funciones.
Si en la República la clase dirigente son los magistrados, y son ellos porque disponen de la prudencia, el alma del hombre debe de estar gobernada igualmente por la razón, que alberga la prudencia y corresponde a la parte superior. Las otras dos partes, inferiores, han de estar sometidas a la primera. Es decir; el hombre justo, como los filósofos, es aquel que es dueño de sí mismo. Todo lo que ayude a mantener el orden preestablecido, tanto en el Estado como en el alma del particular, serán por lo tanto, acciones bellas y justas.

Para descubrir qué clase de hombre es más dichoso y más útil, habrá que comparar los distintos tipos de hombre y, siguiendo el mismo método aplicado, habrá que analizar antes las distintas clases de Estado -puesto que éstos están constituidos por personas- que los representan: la aristocracia y la monarquía, la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía. El mejor modelo de Estado, el Estado más deseable, corresponderá sin duda al tipo de hombre más deseable.
La aristocracia y la monarquía son el sistema propio de la República, que es buena y justa. Ésta se desmoronará en el momento en que aparezca una generación de magistrados incapaces de discernir entre la raza de oro, de plata, de bronce y hierro. Mezclándose unas con otras, reinará la discordia y devendrá la escisión: el bronce y el hierro tratarán de apoderarse de tierras y riquezas, mientras que el oro y la plata harán uso de la fuerza y se acabarán por repartirse el territorio convirtiendo en esclavos al resto de ciudadanos. Todo esto resultará en un tipo de Estado como el de Creta o Esparta, la timocracia o timarquía, donde quedarán preservados el respeto a los magistrados y la cultura de los guerreros. Por otro lado los magistrados ya no serán sabios, sino gentes poco ilustradas ansiosas de guerras y oro, por lo que se dejará a un lado la dialéctica y se dará preferencia a la gimnasia en detrimento de la música. Este Estado corresponde a la imagen de un joven ambicioso y celoso, que ha decidido optar por un término medio entre la pasividad y la razón a las que alude su padre y la cólera y los deseos a los que aluden su madre y los criados.
En la timarquía el amor por el lujo y las riquezas va incrementándose poco a poco, hasta el punto que se acaba tomando mayor estima a los hombres ricos que a los hombres de bien. Los ciudadanos se van volviendo avaros y el desprecio a los pobres se hace patente. Al fin el poder acaba recayendo legalmente sobre los que superan una cuota de renta determinada, constituyéndose la oligarquía. Este gobierno es incapaz, puesto que el nivel de riqueza no determina los conocimientos ni la experiencia requeridos para dirigir un Estado; está dividido, pues los pobres se encuentran enfrentados con los ricos; no tiene capacidad para defenderse, ya que ello requeriría armar a los pobres; es injusto y caótico, pues cada cual realiza múltiples funciones; y lo más grave de todo, la gran libertad para comprar y vender que permite que los ricos acaparen todos los bienes. La inmensa pobreza, además, engendra abundantes zánganos con aguijón, es decir, malhechores, que trastornan la sociedad. La oligarquía representa la imagen de un joven que, ante el fracaso rotundo de su padre, se refugia en el acúmulo insensato de riquezas. Es codicioso, ambicioso, avaricioso, sórdido; en él el deseo de atesorar cuanto le sea posible, que prevalece sobre todos los demás, tiene el control sobre la razón y el valor, que se ven suprimidos. Exteriormente en cambio, parece mucho más moderado y dueño de sí mismo que la mayoría.
El descontento entre los pobres y los zánganos con aguijón contra los ricos es lo que pierde a la oligarquía. La infelicidad general actúa como caldo de cultivo para que fuerzas externas promuevan la revolución del pueblo con el fin de derrocar a la clase dirigente, abriendo paso así a la democracia. La democracia es una forma de gobierno muy tentadora; en ella se respira libertad por todas partes. Con tal de que quién mande se diga trabajar en pro del bien público y para el pueblo, ya es suficiente para que se mantenga en el poder, aún sin estar capacitado para ello. Este sistema representa la imagen de un joven mal educado, hijo de un oligarca, que adquiere características típicas de los zánganos y empieza a codearse con ellos; en lugar de mirar los deseos necesarios como su padre, coge gusto por los deseos superfluos y, tras establecer una especie de equilibrio entre ellos, se dedica a satisfacer uno tras otro. Alberga toda clase de costumbres y caracteres, al igual que el Estado democrático alberga todas las clases de gobierno.
Pero a la democracia le ocurre lo mismo que a la oligarquía con las riquezas; pretende alcanzar una libertad sin límites. La igualdad extrema hace confundir el pueblo con los magistrados y el respeto hacia éstos se pierde; los padres quedan al nivel de los hijos, los ancianos al de los jóvenes, los maestros al de los alumnos, y los dueños al de sus perros. A la menor apariencia de coacción, las masas se sublevan y las leyes dejan de obedecerse; todo este caos da lugar a la tiranía. A la libertad más extrema, le sigue la más extrema de las servidumbres.
Los aduladores del pueblo, que están al poder, se encargan de dar miel a los zánganos, con tal de mantenerlos a su lado y echarlos como perros de caza a por sus enemigos. Mediante calumnias hacen cargar a la multitud contra los ricos y los desposeen de sus bienes, culpándoles de conspiradores y mostrándoles como oligarcas que intentan arrebatar las libertades al pueblo. Así se forma una verdadera facción oligárquica, que se ve obligada a defenderse y que entra en guerra abierta con los protectores del pueblo, futuros tiranos.

"Cuando el protector del pueblo, encontrando a éste completamente sumiso a su voluntad, empapa sus manos en la sangre de sus conciudadanos; cuando en virtud de acusaciones calumniosas, que son demasiado frecuentes, arrastra a sus adversarios ante los tribunales y hace que expiren en los suplicios, bañando su lengua y su boca impía en la sangre de sus parientes y de sus amigos diezma el Estado, valiéndose del destierro y de las cadenas, y propone la abolición de las deudas y una nueva división de tierras, ¿no es para él una necesidad el perecer a manos de sus enemigos o hacerse tirano del Estado y convertirse en lobo? [...] Ya le tienes aquí en guerra abierta con los que poseen grandes bienes. [...] Y si se consiguiese expulsarlo, y volviese a pesar de sus enemigos, ¿no vendrá hecho un tirano completo? [...] Pero si los ricos no pueden echarlo ni hacer que le condenen a muerte, acusándole delante del pueblo, naturalmente conspirarán sordamente contra su vida. [...] Entonces el hombre ambicioso, que ha llegado a este punto extremo, aprovecha la ocasión para hacer al pueblo una petición. Le pide una guardia para proteger al defensor del pueblo. [...] Cuando las cosas llegan a este punto, todo hombre que posee riquezas y que por esta razón pasa por enemigo del pueblo, toma para sí el oráculo dirigido a Creso: 

Huye hacia el río Hermos, de lecho pedregoso y no teme la tacha de cobardía. 

En cuanto al protector del pueblo, no creas que se duerme en medio de su poderío; sube descaradamente al carro del Estado, destruye a derecha e izquierda a todos aquellos de quienes desconfía, y se declara abiertamente tirano." - Libro VIII, La República o El Estado. 

El tirano, los primeros días se mostrará amable y gracioso con todos; repartirá tierras, cancelará deudas, hará grandes promesas... Una vez consiga el poder y esté estabilizado, se embarcará en guerras para que haya la necesidad de un jefe. Mantendrá así ocupadas a sus gentes, empobrecidas por los impuestos, que no podrán conspirar contra él. Podrá también de esta forma aniquilar a los más rebeldes, dejándolos morir en manos enemigas. Y con el tiempo, cuando empiece a oír críticas de sus más allegados, que le ayudaron a subir al poder, no tardará en deshacerse de ellos. Su crueldad le obligará a servirse de una guardia que le defienda, conformada por esclavos liberados que no le sean infieles. El elevado costo de su guardia le obligará a saquear templos en primer lugar, y cuando éstos no le sean suficientes, se verá forzado a imponer altas contribuciones al mismo pueblo que le puso a cargo del Estado. Cuando el pueblo, su padre, se canse de alimentar al tirano, éste no tendrá problemas en recurrir a la violencia, convirtiéndose así en un parricida.

"¿Se atrevería el tirano a emplear la violencia con su padre, y hasta maltratarle si no cedía? [...] ¿El tirano es, por consiguiente, un hijo desnaturalizado, un parricida? Y he aquí que hemos llegado a lo que todo el mundo llama tiranía. El pueblo, queriendo evitar, como suele decirse, el humo de la esclavitud de los hombres libres, cae en el fuego del despotismo de los esclavos, y ve que la servidumbre más dura y más amarga sucede a una libertad excesiva y desordenada." - Libro VIII, La República o El Estado.

La tiranía representa la imagen de un joven, hijo de un zángano democrático, que se deja llevar por los placeres más superfluos y dedica su vida en saciarlos, creyéndose por ello libre. Gobernado por el tirano del alma, gastará su dinero en continuas fiestas y en juego, hasta quedarse sin nada. Este zángano, armado con aguijón por su ambición, acudirá entonces a sus padres y amigos y les arrebatará del modo que haga falta todos sus bienes con tal de satisfacer sus caprichos. Cuando ya nada le quede, se verá obligado a robar y a cometer los más horribles crímenes, perdiendo al fin todo ápice de honor y probidad. El Estado, dirigido por un hombre así, es mejor que no trate de oponer resistencia si no quiere acabar como los padres del joven.
La tiranía es el peor de los Estados, es el Estado más esclavo que puede haber; está dirigido por la violencia de las pasiones, y por lo tanto no es dueño de sí mismo; es pobre y está lleno de dolor, turbación, arrepentimiento, lágrimas y gemidos... El hombre tirano, el más injusto y depravado es, entonces, el más desgraciado de todos. Y de todos los hombres tiranos, el menos dichoso es el que además es tirano de un Estado; éste se ve esclavizado ya no solo por sus deseos, sino también por las funciones públicas que desempeña, junto al miedo y la inseguridad constantes que le acompañan.
El mejor Estado que hay es, por el contrario, el aristocrático o monárquico, la República. El hombre justo y bueno, dueño de sí mismo, es, por consiguiente, el más dichoso. Al aristocrático le seguirían en felicidad el timocrático, el oligárquico y el democrático, por este mismo orden.

"¿No hemos dicho que nada se alejaba más de la razón que los deseos tiránicos y amorosos? [...] ¿Y que nada se separaba menos que los deseos moderados y monárquicos? [...] Por consiguiente, el tirano será el que esté más lejos del placer verdadero y pronto del hombre, mientras que el rey  se aproximará a él cuanto es posible. [...] Luego la condición del tirano será la menos dichosa, y la del rey la más dichosa que pueda imaginarse." - Libro IX, La República o El Estado. 

Si comparamos la República de Platón con la República Mundial que se avecina, encontraremos notables similitudes. En la República, como en el Mundo Feliz, todo es común; hay igualdad entre sexos y, en la raza de los guerreros, no hay núcleos familiares. Se aplica también la eugenesia con el objetivo de hacer a cada ciudadano lo más apto posible para sus funciones, y existe además un control demográfico. La sociedad está igualmente dividida en clases, entre las cuales es la de los filósofos, amantes de la ciencia y la sabiduría, o dicho de otra forma, la de los tecnócratas, la encargada de dirigir el Estado. Los políticos, por ende, no están aceptados en ninguno de los dos modelos. Ambas son sociedades artificiales en las que todo ha sido científicamente planeado y en las que el rol social de cada persona es asignado racionalmente por los magistrados. Todos los miembros de la sociedad son pequeñas piezas de un gran engranaje, células de un mismo cuerpo, que debe ser valorado en su conjunto y no en alguna de sus partes. El método para organizar el caos de relaciones y hacer que el Estado sea dichoso y funcione, tanto en un modelo como en el otro, es la propaganda. La divulgación de mentiras está admitida en los dos Estados, siempre y cuando sean de utilidad para la sociedad. En el caso de la República la propaganda está basada principalmente en la educación mediante la música y la gimnasia. Pero es precisamente en este aspecto, en la propaganda, donde difiere en su mayor grado con el "Mejor de los mundos posibles". Podríamos decir que, aunque ambos modelos parten de la misma base, son totalmente opuestos respecto al sentido que se le da a ésta; que si la República es Freud, el Estado Mundial es Wilhem Reich. Aristocles utiliza la propaganda para promover en los ciudadanos lo que él considera que son los valores y objetivos a los que debe aspirar todo ser humano, empezando por él mismo. Así, utiliza la propaganda con un buen fin, que es el de elevar a las personas y liberarlas de la parte corrupta e irascible del alma, haciéndolas dueñas de sí mismas. Aboga por todo lo que haga ensalzar a la razón, en detrimento de la parte animal del hombre. Respecto a la propaganda que exacerba los impulsos irracionales de la multitud, como la que corresponde a las obras de los poetas, lógicamente la desdeña. Es concretamente este punto del modelo de la República, la veneración a la razón, el que la echaría a perder si se intentara implementar en la realidad. A pesar de que Platón conoce la naturaleza humana y las partes que la constituyen, posee una comprensión parcial de la propaganda y no tiene en su mente un concepto de ella como tal. No tiene, por ende, una idea clara de la propaganda, vista como una herramienta clave para la manipulación de las masas. Como muchos suelen hacer, cree más en ella en términos de educación. Piensa, erróneamente, que puede gobernar y organizar a una muchedumbre fomentando la razón, cuando él mismo sabe que los que disponen de ésta se encuentran en un número muy reducido. Continúa pensando así incluso, cuando tal y como él mismo expresa en algún momento, cree conveniente exacerbar dos deseos en particular, el patriotismo y el amor a los dioses, con tal de ordenar a la plebe. Pretende, paradójicamente, construir un Estado basado en la moderación, no únicamente en la de los magistrados, sino en la de todo el mundo. Algo así, tal y como dictamina la naturaleza humana, no puede funcionar. Es una limitación impuesta por la propia realidad. Hay una grave contradicción entre el modelo de Estado de Platón, que ve necesario el uso de la propaganda, y el concepto de propaganda en sí mismo, que trabaja sobre la parte irracional del alma. No cae en la cuenta de que si un Estado es justo, y por lo tanto cada uno realiza sus tareas según su naturaleza sin entrometerse en la de los demás, la razón debe recaer únicamente sobre la parte superior, y jamás sobre las inferiores. En el momento en el que se estimula a los ciudadanos para que utilicen la razón, cuando no es esa su tarea en el Estado, el orden deja de existir y la sociedad se viene abajo. Si el Estado es un símil del alma humana, no puede haber razón mezclada en los deseos. La razón debe pertenecer únicamente a los filósofos, ya sean de la clase gobernante o no, y a nadie más, para que las cosas marchen. En eso mismo se basa el concepto de justicia defendido por Aristocles. No corresponde a las masas entrometerse en el papel de los filósofos. Y en verdad, no es algo que pueda decidirse, pues es la naturaleza humana en sí misma la responsable de que esto sea así. La situación no podrá ser distinta a no ser que cambiemos nuestra naturaleza mediante el uso de la tecnología, en cuyo caso la República podría convertirse en una realidad. No sería de extrañar, por lo tanto, que si Platón hubiera tenido el camino despejado para implementar su modelo en la vida real las veces que visitó Siracusa, hubiese fracasado. Es digno de mencionar, por otro lado, su visión de la historia como un experimento; su intención de experimentar socialmente a partir de un modelo teórico preconcebido es verdaderamente avanzada para la época; no se aplicaría a gran escala hasta muchos siglos después, con la URSS, la Alemania nazi, el Japón o el Apartheid. La propaganda de hoy en día y por extensión la del futuro Estado Mundial, actúa de forma absolutamente contraria a lo que pretendía Platón en la República, a pesar de que ésta halla servido como su inspiración: se encarga de exacerbar los deseos de las personas a nivel masivo, hasta límites jamás sospechados por Aristocles, convirtiéndolas en sujetos auto-expresivos realmente fáciles de manipular. Si en la República las relaciones amorosas son como las de un padre y su hijo, en el Estado Mundial el sexo y la liberalidad son la orden del día. En el momento en que se consigue tener el control sobre los deseos de las masas, es precisamente en una sociedad poblada de tiranos cuando es más fácil gobernarlas. Obviamente una sociedad así es una sociedad de esclavos, en la que por muy dichosas que sean en ella las personas, su felicidad no es verdadera. Si Aristocles pudiera ver la sociedad actual, en cómo son la basta mayoría de personas que la constituye, se vería horrorizado sino fuera porque, tratándose de él y no de otro, no tardaría demasiado en comprender que así debe ser si se quiere que el Estado perfecto funcione. Él mismo contempla esta posibilidad en su obra, en la que decide dar una oportunidad a la poesía si ésta llegara a demostrar en algún momento tener alguna utilidad que justifique su presencia en el Estado. Resulta curioso que dicha razón, que él desconocía, a la vez que comprendía perfectamente las bases científicas en las que se sustenta, haya sido la clave para el establecimiento de la República Mundial.

"A pesar de esto, protestamos resueltamente que si la poesía imitativa, que tiene por objeto el placer, puede probarnos con buenas razones que no se la debe desechar de un Estado civilizado, nosotros la recibiremos con los brazos abiertos, porque no podemos ocultarnos a nosotros mismos la fuerza y la dureza de sus encantos; pero en ningún caso es permitido hacer traición a la verdad. En efecto; tú mismo, mi querido amigo, ¿no eres uno de los apasionados por la poesía, sobre todo si se trata de la de Homero? [...] ¿Pero si no consiguen probarnos esto, imitaremos la conducta de los enamorados, que se hacen violencia para libertarse de la pasión después que han reconocido el peligro? Efecto del amor que hemos concebido por la poesía desde la infancia, y que se nos ha inspirado en estas bellas repúblicas en que hemos recibido nuestra educación, desearíamos que nos pudiera parecer muy buena y muy amiga de la verdad, pero mientras ella no tenga razones sólidas que alegar en su defensa, la escucharemos precaviéndonos contra sus encantos por las razones que acabo de exponer, y procuraremos no volver a caer en la pasión que por ella hemos sentido en nuestra juventud, y de cuya influencia no se libra el común de los hombres. Viviremos persuadidos de que no se debe mirar esta especie de poesía como una cosa seria, ni que afecte la verdad; que todo hombre que teme por el gobierno interior de su alma debe estar en guardia contra ella, o escucharla con precaución; y, en fin, creer que todo lo que hemos dicho es verdadero." - Libro X, La República o El Estado.

Tras embarcarse con una obra como la República, uno debe volver a las pesadas tareas del día a día, y no sin un gran pesar; anhela poder volver a sentir la sensación de ensueño que se produce al tener la oportunidad de conocer las ideas escritas hace más de dos milenios por el hijo de Aristón. Una obra así no podía salir de otra persona que no fuera un discípulo de Sócrates; y de un discípulo de Aristocles solamente podía salir un personaje de la talla de Alejandro Magno, el primer gran agente de la mundialización, rey de reyes, Faraón de Egipto. ¿Con quién sino iba a sentirse identificado Ozymandias?

"Sin embargo, la verdad ha podido más, y he dicho que no era posible esperar sobre la tierra un Estado, un gobierno, y si se quiere, un hombre perfecto, a menos que una dichosa necesidad obligase a este pequeño número de filósofos, acusados, no de perversos, sino de inútiles, a encargarse, con voluntad o sin ella, del gobierno, y al Estado a escucharles; o al menos, que los dioses inspiren un amor sincero por la verdadera filosofía a los que gobiernan en nuestros días las monarquías y los demás Estados o a sus sucesores. [...] Luego, si en los siglos pasados se ha visto un verdadero filósofo en necesidad de regir el timón de un Estado, o si esto mismo se verifica en algún país bárbaro tan distante que se oculte a nuestras miradas, o si llega a verificarse algún día, estamos prontos a sostener que ha habido, que hay, o que habrá un Estado tal como el nuestro, cuando esta musa [la filosofía], ejerza en él la suprema autoridad. Nada de imposible ni de quimérico hay en nuestro proyecto; aunque somos los primeros en confesar que la ejecución es difícil." - Libro VI, La República o El Estado.

















Calbert


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